XXVII

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Cerré la puerta de la habitación con mí corazón a punto de salirse de mí pecho. El viento en mí ventana hacía presencia fuertemente y podía jurar que el aire estaba destinado a golpearme tanto como la realidad a la que me estaba enfrentando. Mis manos temblorosas se apoyaron en la puerta mientras mí cuerpo caía al suelo completamente desganado.

Mí pecho subía y bajaba, la respiración era irregular y mí cabeza estaba asimilando todo a una velocidad que ni yo podía controlar. Las lágrimas en mis mejillas dejaban un fuerte ardor que terminaba por doler menos que mí corazón. Estaba cansado para asimilar todo pero necesitaba soltarlo, necesitaba urgentemente sacar el fuego que estaba creciendo en mí pecho y que no debería estar ardiendo en primer lugar.

Mis rodillas al pecho, mí cabello despeinado, mis ojos rojos, las manos rodeando mí cuerpo y siendo mí propio refugio cuando de quién más huía era de mí mismo.
Tenía la sensación de hundimiento constante, no creí que llegaría a este punto donde no podía reconocer mí propio reflejo en el espejo.

Me levanté a duras penas del suelo, acercándome a la ventana y sintiendo el viento en mí cara a medida que avanzaba. Tomé los bordes de la madera y cuando iba a cerrarla mis ojos se encontraron con el pelinegro que había ocasionado todo esto. Hyunjin dejó su bicicleta a un costado pero en vez de entrar a su casa, salió corriendo en dirección al Arce y sin siquiera detenerse en el camino.

No pude evitarlo, verlo me destrozaba más a mí mismo. ¿Que había ocurrido conmigo? ¿En qué momento me había perdido tanto y porque dolía demasiado si todos dicen que el amor es un sentimiento hermoso?
El mundo se estaba prendiendo fuego a mí alrededor y yo era un maldito barco de madera destinado a nadar en un mar inexistente, pues lo único que existía en mí mundo era fuego y el agua, mí única aliada, me había abandonado.

Cerré la ventana sintiendo el último rayo de sol golpear mí piel, traté de calmarme, no conseguiría nada en ese estado, pero otra vez la necesidad de soltar todo me invadian. No sabía si quería gritar de frustración, llorar por ser un idiota u odiarme todavía más por todo lo anterior.
Y quizás a la larga, terminaría haciendo todo eso en orden.

Y entonces mí cabeza divago por la habitación deteniendose exclusivamente en el armario abierto. Sabía que luego me arrepentiría de eso, pero si no iba a decirle todo esto a Hyunjin en la cara, lo haría a través de un papel. Porque era un cobarde, y me di cuenta mientras tomaba el diario del armario y arrancaba una de las hojas para golpearla contra el escritorio. Me dí cuenta cuando tome un lápiz en mí mano y traté a duras penas de que mis lágrimas no fueran impedimento para realizar uno de mis más grandes errores.

Estaba rompiendo todas las leyes que yo mismo me inventé, en un segundo. Estaba convirtiéndome en esas personas que odie toda mí vida, estaba siendo lo más cercano a mí padre y juraba que si en ese momento me veía a un espejo, terminaría roto en una esquina porque ni yo mismo me reconocería. No quería nada de eso, pero estaba comenzando a pesarme demasiado el dolor y el cansancio, no podía seguir luchando.

Todos teníamos un muerto en el armario, todos ocultabamos cosas. No era una excepción. Mí padre había huido de casa por un amor incorrecto y lo había juzgado siempre. Era un cobarde, un idiota, un maldito anormal que vivía su vida de forma ilegal y extraña. Odiaba su corazón y lo desviado que se encontraba. Lo odiaba porque las personas odian su propio reflejo.

Apoyé el lápiz en la hoja dejando que mí nube de pensamientos fuera totalmente cargada para soltar todo en ese delicado papel.

"Estoy perdido. Estoy jodidamente perdido en este momento. He vivido mí vida en un rutinario y planeado cronograma y ahora me encuentro en medio de un limbo temporal sin saber que hacer, cómo actuar o que decir. He sido un cobarde, hasta el día de hoy lo soy y tengo miedo de serlo por siempre, mierda, Jinnie, estoy tan asustado en estos momentos.
Solo quiero ser sincero contigo porque no te mereces una explicación a medias, mereces mucho más que eso. Eres oro, Jinnie, me di cuenta una vez que te perdí. Llegué tarde, lo lamento tanto; lamento haber sido ese idiota que pierde lo que ama porque piensa que no lo hace.
De cualquier forma, aún sabiendo que es tarde y que quizás ni siquiera merezca que leas esta carta, estoy tratando de dejar plasmado mís sentimientos en papel porque si no los suelto ahora es probable que jamás lo haga. Me veo a mí mismo casandome con una mujer porque no soy como tu, no puedo aceptar que nací distinto y me cuesta mucho tener que romper el corazón de alguien más solo para sanar el mío.
Una vez me dijiste que amar es un sentimiento precioso. Me dijiste que te gustaría en un futuro acostarte a mirar las estrellas con lo que tu llamas "El amor de tu vida". Esa misma noche nos tiramos en la orilla del río para admirar el cielo, no me di cuenta hasta ahora que desde ese momento mí perspectiva hacia ti cambio. Me doy cuenta ahora que sentirme tan vivo contigo no es algo que pasa con todo el mundo. Me doy cuenta ahora que la necesidad de verte, tocarte o sentirte, la normalice a tal punto de creerla normal. Me doy cuenta ahora, que esa noche en la fiesta cuando me besaste y acariciaste cada zona de mí cuerpo, fue, quizás, el mejor momento de mí vida porque pude explorar sentimientos que nadie me había hecho sentir, pero no pude notarlo, lo quise borrar de mí memoria y alejarlo no fue la solución. No en estos momentos que me doy cuenta de todo.
Jinnie, no quiero cambiar tu vida ahora, no quiero que leas esta carta y sientas la necesidad de hacer algo, porque es probable que ya sea demasiado tarde. Solo quería decirte que si, tenías razón, me siento distinto contigo y es probable que esté enamorado de ti. Mierda, no, lo estoy. Estoy seguro que lo estoy.
Lo lamento, de verdad, no existen palabras en este mundo para describir como me siento. Te perdí y el vacío en mí pecho es mí destino. Ojalá en otra vida sea un poco más valiente, ojalá en otro momento pueda cerrar los ojos y decir que valió la pena, por el momento, perderte no valió la pena porque llorar en las oscuridades de mí cuarto no es gratificante si tu estás ahí afuera sufriendo por mí culpa. Te necesito, Jinnie, lo hice siempre. Eres ese refugio que invitablemente aparece en las perores tormentas y creí que tu me necesitabas más a mí que yo a ti; pero como es costumbre ya, me equivoqué.
Solo espero que algún día, mientras el mundo se incendia a nuestro alrededor y cada persona se preocupa más por si misma que por el resto, puedas perdonarme.
Abriste mis ojos y conduciste mí barco, no sé si eso sea algo bueno, pero el hundimiento me toca a mí, no hace falta que te hundas conmigo, no ahora que demostraste poder nadar hasta la orilla sin mí. Espero verte en la superficie algún día, hasta entonces, siempre que lo necesites, mí cuerpo estará en las profundidades del océano mental que tengo en estos momentos.
Lamento ser un cobarde.
Lamento haberte lastimado.
Simplemente, lo siento.
Con amor, Pecas."

Nunca creí verme a mí mismo en esta posición. Sentado en frente de un escritorio viejo, doblando el papel gastado para que entrara en un sobre que sacaría segundos después de uno de los olvidados y polvorientos cajones. Nunca creí que mí primera carta iba a ir dirigida a un hombre y que sobre todo, sería una declaración de amor que cayó sobre mí cuerpo como un balde de agua fría.

Estaba en medio de una carretera mental sin saber si avanzar o retroceder, todos parecían ser el mismo camino. No distinguía derechas e izquierdas y todo lo que creí conocer, se había borrado de mí cabeza. Quizás sentir cosas por HyunJin había quitado otras tantas de mí pecho. En fin, ignorar todas las señales no fue muy eficaz si ahora tenía que estar limpiando lágrimas viejas de mí rostro.

No, no había valido la pena. Porque para abrir los ojos, no solo tuve que lastimarme a mí, sino también lastimar a Hyunjin y quizás eso no había terminado allí, pues sabía que si algún día yo salía de mí habitación aceptando lo que late en mí pecho, tendría que aceptar otras mil reglas que el mundo se había encargado de demostrar. Joder, sin ir muy lejos, mí propia cabeza jugandome en contra.

¿Era un hipócrita? ¿Eso que estaba haciendo era ser un maldito idiota que se queja del resto y ahora es exactamente lo que quiere destruir? ¿Eso estaba destinado a ser? ¿Sufrir por hacer sufrir?

Pasé saliva por el borde del sobre y lo sellé. Y cuando digo que estaba cometiendo error tras error, no mentía, pues ahora mis pies se estaban dirigiendo escaleras abajo, pasando de mí madre, quien miraba un libro con suma atención, saliendo a la calle con un aire decidido y cruzando el camino de tierra que me separaba de quién alguna vez fue mí mejor amigo.

Me paré en frente de su ventana, notando como el auto de sus padres aún hacía presencia en su entrada. Me asomé por el cuadrado de madera y en cuanto vi que HyunJin no estaba allí, me metí sin dudarlo, tal y como había hecho miles de noches dónde HyunJin dejaba su ventana abierta solo para mí, no importaba la hora, solía meterme a acostarme a su lado para sentir su protección sobre mí. Joder, lo extrañaba, odiaba saber que habíamos crecido y que eso implicaba dejar atrás todos esos actos inmaduros, uno se acostumbra a vivir con el miedo a la oscuridad, la dependencia tampoco es buena. Al final, todos toman caminos distintos.

Dejé el sobre sobre la mesa donde HyunJin solía dibujar o trabajar con su fotografía. Me iba a retirar de la habitación pero mis ojos se posaron en la pared que decoraba justo al frente de la cama del pelinegro. Había fotografías de paisajes, tanto del río, como el Arce, la escuela, la feria, la estación del tren y... Mí casa. En muchas fotografías había más de un lugar donde ambos habíamos pasado tiempo justos. Los recuerdos invadieron mí mente y mientras mí mano se colocaba en las fotografías con una sonrisa en mí rostro, las ganas de llorar volvieron a invadirme.

—Lamento haber perdido la pieza más importante de mí rompecabezas. —Susurré como si realmente pudiera oírme el pelinegro y, sin perder más tiempo de aquella triste tarde noche, salí por la ventana procurando que nadie me viera.

Antes de volver a mí casa, me giré sobre mis pies, viendo cómo HyunJin en la punta de la colina juntaba dos flores blancas. Lo vi muy lejano, apenas y se notaba, pero ahí estaba. Haciendo un acto que sin darse cuenta había hecho desde pequeño, romper los pétalos y lanzarlos al viento, dejando que cada uno fuera un pequeño deseo de su profundo pecho. Hyunjin era un ser impresionante y único, ojalá pudiera ver eso a pesar de sus cicatrices.

Me encerré en mí cuarto, evité a toda costa a mí madre y me recosté en mí cama, decidido a no comer una noche más. Pero mientras mis ojos se cerraban, todo lo que había hecho había caído de golpe en mí cabeza. Cada palabra que escribí en esa carta, cada sentimiento que encontré en mí pecho, cada pensamiento roto en las esquinas de mí mente, el rostro del mundo si se enteraban que dentro mío había una llama infinitamente ilegal a la mismísima naturaleza y que sería lo que se suponía que vendría ahora.

Mierda. ¿Que he hecho?

 ¿Que he hecho?

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Con amor, un Homofobico - [Hyunlix] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora