Tras la breve conversación, Destrian partió a revisar el estado del castillo. A pesar de ser tarde, no quería esperar hasta la mañana siguiente para trabajar. Regina por su lado se quedó en la habitación debatiendo si era capaz o no de visitar a Celene.
El alivio que había sentido al saber que la muchacha seguía en Adelby fue tremendo, pero al conocer que no se iría, parte de coraje de Regina se evaporó. La visitaría la mañana siguiente, cuando encontrara las palabras adecuadas.
Destrian regresó a la alcoba pasada la hora de la cena. Debido a su desánimo, llevaba varios días saltándose dicha comida. Sentía como si tuviera algo pesado en el estómago, que le impedía comer, y ahora debido al cansancio, esa sensación había incrementado.
Entró a la habitación listo para dormir, pero la encontró completamente vacía. Lo único que delataba que estaba habitada eran las velas encendidas, y el camisón de Regina doblado a los pies de la cama.
Intentando dar con su paradero, Destrian se dirigió al cuarto de baño.
—¿Regina? —preguntó mientras abría la puerta. Antes de que pudiera concluir su llamado, se encontró con la muchacha desnuda y empapada saliendo de la gran tina de latón, envolviéndose en una pequeña pieza de lino.
Justo antes de que la mirada de la chica se encontrara con la de él, Destrian cerró la puerta.
Era la primera vez que la veía completamente desnuda. La vez anterior había vislumbrado lo poco que la luz proveniente del exterior le permitía, pero ahora —en los escasos segundos que se había permitido observar— había visto mucho más.
Antes de que su imaginación comenzara a fluir, e ignorando la erección que crecía en sus pantalones, Destrian se quitó las botas y se calzó su ropa para dormir. De haber tenido más energía hubiera dado buen uso a las imágenes grabadas en sus córneas, pero este no era el caso.
Minutos después Regina salió del baño aun envuelta en la tela traslúcida. Destrian desvió la mirada del cuerpo de su esposa.
—¿Cómo estuvo todo? ¿Alguna novedad? —preguntó la chica tras haberse puesto la camisa de dormir.
Destrian aclaró su garganta.
—Todo es un desastre. —las tentadoras imágenes en su cabeza fueron reemplazadas con la lista de deberes que debía resolver. —Las despensas están casi vacías, las ofrendas ya no llegan, los impuestos no han sido cobrados. Hay decenas de viudas sin saber qué hacer, y decenas de huérfanos sin hogar. El monasterio más cercano ya tiene los cupos agotados, ya no pueden recibir ni un solo niño. Algunas familias les dieron techo, pero nadie tiene comida suficiente para una boca más —dejó salir un pesado suspiro. —No sé qué hacer.
—Déjame ayudarte con los niños. Tengo unas cuantas ideas.
—No pensarás adoptarlos a todos, como a Caryn... —Destrian miró alrededor, no había visto a la niña al entrar a la habitación. —¿Dónde está?
—Armé un camastro para ella en la sala, junto al fuego. Solo será por esta noche. Pensé que necesitarías que te subiera un poco el ánimo.
—¿Cómo? —En lugar de contestar, Regina comenzó a dejar suaves besos a lo largo de su cuello. Antes de que pudiese reaccionar, Destrian ya tenía sus manos alrededor de su cintura, y su erección palpitando contra ella.
—¿Si Caryn nos escucha?
—Ya está dormida —los labios de la muchacha llegaron hasta su oreja puntiaguda, provocándole una ola de escalofríos que recorrieron su sistema nervioso placenteramente —, relájate.
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Regina (2° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️
Historical FictionAcostumbrada a conseguir lo que desea, ¿Será Destrian otro de sus caprichos o un obstáculo a superar? • • • Desde corta edad Regina siempre imaginó su futuro...