Intromisiones

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Ninguno de los dos fue capaz de rectificarle la situación a Celene, por lo que terminaron aceptando el mal menor: Almorzar los tres juntos. A pesar de ser entrometida, Celene era mil veces mejor que Lady Lucille. Al menos la chica estaba más interesada en saber de ellos que de hablar de sí misma.

Tras haber terminado con su entrenamiento, Destrian se retiró. Las muchachas continuaron bordando hasta que Celene comenzó a quejarse de lo hambrienta que se encontraba y del frío que comenzaba a sentir. Las doncellas partieron a las cocinas a recolectar un almuerzo liviano para los tres, mientras que Celene y Regina fueron a sus respectivas habitaciones a refrescarse antes de la comida.

Al entrar a su habitación, Regina se encontró con Destrian ya bañado y vestido. Fue un alivio no encontrarse con la misma situación del día anterior, cuando había visto más de lo que el decoro le permitía. Aun así, su cabello estaba húmedo, pero no quería ser el tipo de personas que le dice a los demás lo que deben hacer. Si Destrian quería alargar su resfriado, era su decisión.

—¿Te dijo Celene si debemos ir a su recámara o si ella vendrá aquí? —preguntó el pelirrojo mientras se agachaba junto al fuego de la chimenea. El invierno no tardaba en llegar, pero ya llenaba el ambiente con su gélida presencia.

—Dijo que ella vendría, pero antes quería ponerse algo más abrigado.

—Y con razón, hace tanto frío que no dan ganas de salir de la habitación. —Al pronunciar las últimas palabras Destrian se giró hacia ella, quien continuaba junto a la puerta, y la miró fijamente con sus ojos teñidos por las llamas. Era evidente el doble sentido de sus palabras, y Destrian siempre la tomaba desprevenida. ¿Acaso habría recordado lo ocurrido en la azotea? ¿A las miradas compartidas en el cuarto de entrenamiento habían causado algo en él? Justo cuando las mejillas de Regina comenzaron a arder, él continuó. —¿Me pasas uno de los troncos junto a la puerta?

Oh.

Con el rostro escarlata por la vergüenza, Regina tomó un par de troncos y los llevó hasta él.

Siempre pasaba lo mismo. Ella malinterpretaba a Destrian, y terminaba sintiéndose como una estúpida.

—Tal parece que tú y Celene se hicieron bastante cercanas ayer.

Regina se recogió de hombros. —Supongo. Estoy acostumbrada a estar rodeada de niñas.

—Celene es una buena chica, pero algo entrometida.

—Ya me di cuenta. —Regina intentó controlar una sonrisa, pero falló.

—Pronto se cumplen dos meses desde nuestro matrimonio. Podríamos planear algo para celebrarlo, solo los dos.

Las últimas palabras se sintieron como una corriente gélida subiendo por su espina dorsal. ¿Le estaría tomando el pelo otra vez?

—¿Algo como qué?

—No lo sé, podríamos comer algo...

—Comemos juntos a diario.

—Es verdad, pero podríamos hacer algo especial.

¿Estaría hablando de concretar la noche de bodas? Había pasado tanto tiempo que Regina ya había dado por saldado el tema. No, Destrian tenía esa extraña forma de coqueteo ingenuo que siempre la tomaba desprevenida, así que ya no debía buscar el doble sentido a sus palabras.

—Bueno, cuando se te ocurra algo me dices. —Y conteniendo el aire dentro de los pulmones, Regina fue hasta el cuarto de baño.

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Regina (2° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora