A pesar de su baja estatura, Celene había resultado ser mucho más fuerte de lo que Regina hubiese estimado.
Aprovechándose de su estado de sorpresa, la muchacha la tomó por el brazo y la guio a toda velocidad fuera del castillo, hasta que ambas estuvieron respirando el húmedo aire del exterior.
—No tomes en serio lo que dicen. —dijo Celene mientras se sentaba en una banca protegida de la fina lluvia. —Siempre hacen lo mismo. Cada vez que se aburren encuentran una nueva víctima para sus chismes.
—No sonaba como un chisme. Planean deshacerse de mí. —articuló Regina con dificultad, aun de pie frente a la chica. La llovizna caía sobre su rostro, pero no le importaba, luego de haber pasado semanas en los caminos, en condiciones similares, se había acostumbrado. Prefería estar ahí de pie que sentarse junto a alguien en quien no confiaba. ¿Celene la había traído ahí para alejarla de sus difamadoras, o para que no escuchara los planes en su contra? Además, Regina ya se había enfrentado antes al repudio de Lucille. ¿No había sido dos días atrás cuando aun en la comitiva le había dicho que ser una Gaunt no sería fácil? Ahora ya no le quedaban dudas, tenía que cuidarse de Lucille.
—Te lo prometo, no harán nada, no son más que habladurías.
—¿Quién era la otra mujer, la anciana? —preguntó Regina recordando la voz oxidada de la otra mujer.
—Es nuestra abuela. Ella no es muy... —Celene se tomó un segundo para encontrar la palabra adecuada. — amable. Ella vivía en el norte, pero nadie la soportaba ahí. Luego de que tío Reinmar enfermara, ella vino para acompañar a tía Lucille, pero no creemos que sea muy buena compañía para ella.
Creemos.
Destrian y yo.
A pesar de la envidia y desconfianza que sentía por Celene, Regina apreciaba su honestidad. Y sabía que era honesta, ya que nadie podría hablar así de su abuela con una desconocida a menos que el odio fuera real.
Rindiéndose de una vez por todas, Regina se sentó junto a ella.
—Detesto que hablen a mis espaldas. —murmuró la rubia, esperando que Celene notara la advertencia en sus palabras.
Regina llevaba semanas sin hablar con otra chica de su edad, y no se había percatado en lo mucho que necesitaba hablar con otra de su especie. Al mismo tiempo, extrañaba a sus hermanas terriblemente. Extrañaba las bromas ridículas de Joana, los comentarios inteligentes de Zinnia, y sobre todo la amabilidad de Orla, pero ya se había acostumbrado a extrañar a esta última.
—A nadie le gusta eso. —respondió Celene, pero siendo honestos ¿Quién se atrevería a hablar mal de ella? En los escasos días que llevaba en el lugar era obvio que todos la adoraban, la trataban como si fuera la hija de los lores, mientras Regina siempre había sido difícil de querer, sin importar donde fuera.
—Celene, ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro. Adelante. —respondió Celene sin demorar.
—¿Por qué no visitaste a Destrian anoche luego de ser rescatados de la azotea?
Celene se sorprendió por la pregunta, y sobre todo por el súbito cambio de humor de Regina. Debió ser más sutil, pero no podía confiar en la muchacha hasta que escuchara la verdad.
—Porque ya era tarde. —la respuesta de Celene parecía casi una pregunta. Era evidente que mentía.
—Quiero confiar en ti, pero no me lo pones fácil. ¿Tuviste algo que ver con el incidente de ayer?
—¡Claro que no!
—¿Entonces por qué no fuiste a vernos? Destrian estaba enfermo, todos los demás fueron a ver como se encontraba o a preguntar por él.
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Regina (2° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️
Ficción históricaAcostumbrada a conseguir lo que desea, ¿Será Destrian otro de sus caprichos o un obstáculo a superar? • • • Desde corta edad Regina siempre imaginó su futuro...