Confrontaciones - Parte I

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Los días transcurrieron tranquilos, pero atareados.

Destrian se hizo cargo de poner en orden el castillo, cerró las fronteras de Adelby para todos los forasteros, verificó la salud de los recuperados y las necesidades que pudieran tener, y a las personas que pudiesen pagar, les cobró impuestos para ser usados en la ayuda para los demás.

Mientras, Regina y Celene unieron fuerzas para encargarse del resto de los deberes. Las muchachas se organizaron para repartir ayuda a las personas de la aldea. Celene movió sus influencias para encontrar manos que cosieran atuendos para los niños huérfanos que habían hospedado en el castillo, y para los ancianos que necesitaran abrigo.

El invierno no había amainado, por el contrario, las nevadas y el viento no paraban. Parecía como si el mundo se hubiera tornado en contra de Regina desde que había llegado a Adelby.

Aquella tarde en los aposentos de Celene, Regina bordaba en compañía de Caryn, quien había creado un ejército de muñecas con los retazos que sobraran de los pantalones que cosían.

Celene, quien conocía a todos en el castillo, reconoció entre los huérfanos a Osgar de trece años. Él había sido el único hijo de uno de los guardias que había fallecido por la fiebre, el viejo Wilfrud.

—Es el guardia de la historia que me contaste—comentó Celene—. Cuando él y su compañero hablaron de ti y Destrian en los jardines.

El hombre que Regina estuvo a punto de matar con sus agujas por llamar feo a Destrian.

—Supe que su madre no está muerta —continuó Celene. —Ella vive en el feudo limítrofe. Trabaja en el castillo de lord Maxime, como cocinera.

—¿En serio? ¡Eso es grandioso! Intentaré contactarla. —a pesar de la alegre noticia había algo que no encajaba. —¿Por qué Osgar no dijo nada?

—No lo sabe. Dicen que su padre le hizo creer que estaba muerta desde que ella se fue.

—Pobre Osgar. —Regina se sentía mal al imaginar una vida junto a un padre como aquel. Él suyo era un tonto, pero al menos no era un cretino. A pesar de todo, que el chico aun tuviera a su madre viva le daba un poco de esperanzas. —¿Y cómo lo supiste?

Celene rio por lo bajo.

—Lord Maxime es un viejo amigo, antes siempre venía de visita al castillo. Él era quien iba a ayudarme a conseguir acomodaciones para partir al norte.

—¿Lord Maxime es viejo? —Regina apenas había oído hablar de él en una cena y no sabía nada más sobre el hombre, solo que era el lord vecino, por lo que asumió que era viejo.

—¿Qué? ¡No! Es apenas un año mayor que tú y Destrian.

—¿Diecinueve años? ¡Celene tú solo tienes quince! —Aunque era normal que casaran a chicas con hombres mayores, a Regina le parecía atroz que alguien decidiera hacerlo por cuenta propia. Sin embargo, Maxime no era viejo... A Regina le constaba imaginárselo joven, en su mente él era un anciano barbudo y arrugado.

—¡Ya te dije que solo somos amigos! —gritó Celene cubriéndose el rostro con la tela que cosía. —Además él es muy joven como para buscar esposa.

—Destrian y yo tenemos dieciocho, y estamos casados —Regina expuso lo obvio.

—Porque ustedes estaban comprometidos desde los ocho años. Su familia no es tan arcaica como la nuestra. —La chica tenía un punto. —Es muy lindo, Regina. Si leyeras sus cartas, no quería que me fuera. —Celene volvió a cubrirse el rostro, pero tras unos segundos dejó caer las manos con dramatismo —¡Pero sigue llamándome amiga! Cuando le pedí ayuda para el viaje, él dijo: "Sería imposible dejar ir a una amiga como tú, Celene".

Regina (2° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora