Despedidas & Presentaciones

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Los días que siguieron aquella tarde, cuando por primera vez Destrian había visto a Regina llorar, las cosas parecieron mejorar. Los jóvenes compartían largas sesiones de besos y caricias que siempre acababan al caer el sol. Al oscurecerse, ambos se separaban, conversaban o se decían las buenas noches para dormir frente con frente.

Celene dejó de aparecer a todas horas, ya que evitaban toparse con ella. Esto hacía sentir mal a Regina, ya que la muchacha se había convertido en su amiga. Sin embargo, tampoco deseaba compartir su tiempo con Destrian, ni responder sus preguntas. Debido a esto el invernadero se había convertido en su refugio, donde ambos se besaban escondidos entre las flores y vegetales.

Definitivamente, Destrian había aprendido a besar. No estaba seguro si lo hacía bien, pero Regina jamás se quejaba. Solo cuando perdía el ritmo, Regina se separaba unos milímetros de él para volver a besarlo de inmediato.

Respecto a sus manos, Destrian prefería dejarlas quietas. Mientras Regina enredada sus dedos en su cabello, o acariciaba el contorno de su rostro, Destrian había confinado sus extremidades a la quietud, ya que la única vez que había decidido alejarlas de la curva de su cintura, había terminado con la nariz sangrando súbitamente.

Regina no tardó en darse cuenta de que lo tenía en la palma de su mano.

Al menor desacuerdo sobre donde ir, que hacer o que comer, ella siempre ganaba cada discusión. Si Destrian era llamado por su madre, ella inmediatamente lo amenazaba con la promesa de jamás volver a besarlo, o cambiar de cuarto lejos de él. Destrian había evadido por tantos días a su madre, que al cuarto Regina finalmente cedió.

Al verlo regresar cabizbajo, supo que no debió hacerlo.

—Debo partir al castillo de caza. —comentó el muchacho a su llegada.

—¿Qué? ¿Por qué razón?

—Son necesarias algunas remodelaciones, ya que debe ser usado en la primavera. Ha estado abandonado por un par de años, y mamá teme que si lo descuidamos un invierno más parte de este puede desplomarse.

—¿Y por qué ahora? ¿Por qué exactamente cuándo nos hemos hecho más cercanos?

—No creo que tenga que ver con eso. Nadie nos ha descubierto.

—¿Tú crees? ¿Qué hay acerca del beso en el jardín? ¿de Anne y Lauren? ¿Por qué crees que ya no me acompañan por todas partes? Saben que estoy contigo, y no me sorprendería que también nos espiaran.

—Bueno, puede que todos lo sepan. No veo cuál es el problema, estamos casados.

—Exacto. Ese no es el problema. El problema es que apenas nos hemos acercado, y mágicamente tu madre encuentra una forma de alejarnos enviándote quien sabe dónde.

—El castillo de caza no está muy lejos. Está a un poco más de medio día a caballo.

—¿Y puedo acompañarte?

—No creo que sea conveniente. Ha estado abandonado por mucho tiempo, no tiene comodidades y de seguro está infestado de plagas.

—¿Y por cuánto tiempo vas?

—No más de dos semanas.

—¡Dos semanas! —Regina finalmente se puso de pie, lanzando su bastidor al piso. —¿En serio piensas irte?

—Es mi deber... —contestó Destrian revolviéndose el cabello.

—Tu deber es permanecer en el castillo. Tu padre se encuentra enfermo, te necesita. Y esa remodelación es trabajo de constructores, no de un lord.

Regina (2° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora