Ya un cuarto de hora había pasado desde el espectáculo que habían montado en los jardines, y el corazón de Destrian continuaba latiendo agitado dentro de su pecho. Solo en sus sueños era besado así por Regina, y jamás había esperado que aquello sucediera en la realidad. Aunque el motivo le incomodaba bastante.
De regreso en la recámara, y tras terminar de comer, Destrian decidió traer a flote el tema que lo había estado asfixiando por largo rato.
—No debiste hacerlo. —soltó el muchacho de la nada, tomando a Regina por sorpresa mientras terminaba de comer su postre.—Me refiero al beso. —rectificó Destrian. —Soy consciente de lo que dice la gente es verdad, al menos la parte que se refiere a mí. —De forma inconsciente, el muchacho se llevó las manos a las orejas, las cuales había intentado ocultar dejando crecer su cabello. Las mismas orejas que Regina había acariciado con sus suaves dedos mientras lo besaba. —Si no fuera por el acuerdo entre nuestros padres yo no tendría ninguna oportunidad de estar contigo.
—¿Por qué crees eso? —preguntó Regina, tan seria como siempre.
—Porque es obvio que no soy tu tipo. Recuerdo la forma en la que me mirabas los primeros días, como mirabas mis orejas.
Regina intentó justificarse, pero no podía. Sin embargo, se sentía avergonzada por ello. Aunque si era de algún consuelo, a ella ya no le parecían horribles.
—No sé si me alegra o no que no me equivocara en eso. Bueno, a lo que iba. —continuó Destrian revolviéndose nervioso los rizos, intentando forzosamente a evitar los pensamientos crueles que se le venían a la mente. —No debiste besarme para probarles lo contrario. Las personas encontraran algo para criticarnos no importa que, y un beso no lo cambiara.
Para aquel tema, Regina si contaba con una justificación, y era de vida o muerte.
—No lo hice para probarles nada.
—¿Entonces?
—Lo hice porque estaba furiosa, bordeando lo homicida. Necesitaba distraerme, antes de correr a ellos con mis agujas de costura y arrancarles los ojos con ellas frente a todo el castillo.
Destrian tragó grueso imaginando aquel escenario.
—Lo digo en serio. —comentó el muchacho sin creerle.
—Yo también. —respondió la chica, completamente seria.
—Como tú digas. Solo quiero que entiendas una cosa. No debes besarme por probarles nada a los demás, ni porque sientas pena por mí, ni porque sientas que tienes un deber marital de hacerlo. Dicho deber no existe.
—Ya lo sé... —Antes de que Regina pudiera continuar, él la interrumpió.
—Sé que, si no fuera por el acuerdo, mis oportunidades de casarme contigo serian nulas, y que jamás me elegirías, lo cual lo hace peor. Cada vez que te veo me siento miserable, por dentro y por fuera. Si no fuera por mí, estarías casada con alguien mucho mejor que yo, y de seguro serías más feliz.
Tras aquellas palabras ambos guardaron silencio.
Destrian había pensado que sacarse de encima esas palabras que se habían convertido en roca sólida en su garganta lo iban a aliviar de su asfixia, pero no habían hecho más que bajar hasta su corazón. Había esperado que luego de confesar sus tormentos recibiría algún consuelo, pero nada.
—Pensé que no recordabas lo ocurrido en la azotea. —comentó Regina tras un rato.
—Recuerdo partes, lo demás son solo escenas borrosas y alucinaciones.
Regina volvió a guardar silencio, y Destrian no pudo soportarlo. Rápidamente se puso de pie, y se alejó de la mesa hasta la habitación. Necesitaba espacio, estar solo para aliviar el malestar en su interior.
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Regina (2° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️
Ficción históricaAcostumbrada a conseguir lo que desea, ¿Será Destrian otro de sus caprichos o un obstáculo a superar? • • • Desde corta edad Regina siempre imaginó su futuro...