Entre Sombras & Tablas - Parte II

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El tiempo transcurría de forma extraña dentro de aquel cuartito. La lluvia variaba en intensidad, al igual que la poca luz que ingresaba debido al paso de las nubes, pero el tiempo parecía mantenerse igual. ¿Cuánto tiempo llevaban ahí dentro? ¿Horas, minutos?

Regina sentía que el frío ya era parte de ella. Aquella mañana al despertar había tomado la errónea decisión de elegir un vestido fastuoso en lugar de cálido. En su defensa, jamás pudo haber imaginado que quedaría atrapada en un cuartillo mohoso con Destrian.

A su lado él descansaba plácidamente, con su cabeza apoyada en el hombro de la chica. Regina podía sentir su pelo húmedo acariciar la curva de su cuello.

¿Cuánto tiempo más tendrían que estar ahí?

A pesar de estar dormido, Destrian continuaba tosiendo. A veces tosía tan fuerte que se despertaba a sí mismo, miraba al rededor en la oscuridad y volvía a caer sobre el hombro de Regina, ardiendo en fiebre.

Poco y nada podía hacer Regina para ayudarlo. Si por cosa de magia lograra astillar unos cuantos escalones y encenderlos, el humo los asfixiaría, o terminaría incendiando el castillo por completo.

Lo único que podrían hacer era esperar a que alguien notara la ausencia de ambos, y los buscaran hasta encontrarlos.

Pensando en su propio bien, Regina se apegó al cuerpo de Destrian. A pesar de que rara vez se enfermaba, era consciente que nunca había estado expuesta como aquella vez, y que su primer resfriado podría ser el último.

Al acercarse al cuerpo febril de Destrian, la cabeza de este se deslizó de su hombro, hasta depositar su frente contra el cuello de Regina. Su rostro estaba tan cerca de su escote, que podía sentir su respiración acariciar su pecho.

Sonrojada, pero agradecida por el calor extra, Regina cerró los ojos. Como deseaba haberse quedado en su lujosa habitación, bordando el vestido que sus sueños. Sin embargo, Destrian había aparecido guiándola hasta su fría tumba.

Y pensar que aquel era su primer día en Adelby.

Como si el joven se hubiese dado por aludido por los pensamientos de la chica, Destrian emitió unas confusas palabras, que Regina no pudo descifrar.

La joven inclinó lentamente su cabeza e intento vislumbrar el rostro pecoso de Destrian a través de las penumbras. Él seguía dormido. Cuidadosamente estiró una de sus manos hacia su frente. Estaba ardiendo, pero tal vez sus manos gélidas lo pudiesen aliviar, por lo que depositó una de estas sobre su frente hasta que el calor se transmitió a esta.

Los murmullos de Destrian se hicieron ligeramente más comprensibles.

-¿Podemos intentarlo...? -murmuró con la voz ronca.

Regina se preguntaba con quién estaría soñando.

Luego de la tosca conversación que habían tenido, Regina deseaba que lo que le había dicho fuera la verdad. Que Celene fuera tan solo una prima, y no hubiera nada de que preocuparse. Pero sobre todo, que no hubiera mentido al decir que la hubiese elegido a ella.

¿Qué habría querido decir con eso? Aunque no estuviesen comprometidos desde niños ¿Él también la había elegido a ella de entre todas las mujeres del reino? Era absurdo.

Regina no tenía nada más a su favor que su apariencia. Venía de un feudo de baja categoría, tenía un inexistente sentido del humor, y además se molestaba con excesiva facilidad. Sin mencionar que también era envidiosa, y se le daba muy bien venganza.

Era un huevo podrido. Perfecta por fuera, pero horrible por dentro.

Y en el poco tiempo que había conocido a Destrian, podía decir que él era todo lo contrario. A pesar de su apariencia -la cual mejoraba día a día-, Destrian era todo bondad e inteligencia.

Regina (2° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora