Capítulo 12. "La belleza no contrarresta la idiotez"

62 5 0
                                    

Jayleen Miller

-— ¿Entonces se va a ir?

— Si

— Tu trabajo te costó.

No voy a admitir eso pero..... pues, sí. En realidad tengo muchísimo coraje de que el maldito haya aguantado un mes entero. Ya me pasó eso con Rihana, pero lo de Dylan me causa más molestia por alguna razón que no logro comprender.

— ¿Ya tienes otra renta prevista? — le pregunto a Kara para cambiar de tema.

— Por ahora no — responde — Podrás descansar un rato.

— Claro que descansaré — le digo — Pero después de esta semana. Todavía me quedan unos cuantos días para torturar a Dylan.

— Pero no lo hagas hasta que hable con él — me advierte Kara — Lo llamaré más tarde, cerraremos el acuerdo y luego,cuando ya no tenga que volver a oír su voz puedes hacerle lo que te plazca.

Pongo los ojos en blanco. Que aburrida.

— Si sí, está bien, no te angusties angustias.

— Pórtate bien Jayleen — dice antes de colgar.

Suelto un suspiro largo y pesado mientras me tiro sobre la cama del cuarto de Giselle. Ella está recostada contra la pared con su laptop sobre las piernas.

— Dime que ya encontraste algo — le suplico.

— Talvez — dice ella no muy convencida. Muerde su labio inferior en un gesto de concentración y un segundo después gira la pantalla hacia mi — ¿Es este?

En la pantalla se observa la descripción de una novela negra acompañada de una imagen un tanto oscura.

Asesino entre las sombras.

Me basta con leer las primeras frases para darme cuenta de que no es lo que estoy buscando.

— No es ese — gimo enterrando mi cara en un cojín — No está por ningún lado.

— Podemos seguir buscando.... — sugiere Giss.

Bufo.

— Llevo toda la semana buscando. Y no hay nada remotamente parecido. Ni siquiera sé cuál es el nombre del maldito autor.

Okay, ¿recuerdan el libro de Dylan que tomé prestado hace algunos días? Pues..... está increíble. ¿El problemita? No lo tienen en ninguna librería y no lo encuentro ni siquiera en internet. ¡¡Y en internet se encuentra todo!!

Me he visto obligada a ser muy sigilosa por las noches y bajar a leer un par de páginas de ese estúpido libro que me tiene obsesionada. Ayer casi me puse histérica cuando Dylan no lo dejó en el sofá

¿Y lo peor?

Él se va en una semana. ¿Cómo voy a terminar ochocientas páginas al estilo fugitivo en una semana?

— ¿Y si le preguntas... — inicia Giss con un tonito agudo — ...a ya sabés quién?

— No.

Ella arruga el gesto.

— ¿Por qué no?

— Porque no pienso pedirle favores a alguien como Dylan Adams, ni admitir que me gustó una de las ridículas cosas que se la pasa leyendo. Y porsupuesto — hago una pausa para enfatizar — tampoco admitir que me gusta leer.

Giss me hecha una mirada divertida.

— ¿Por qué le dijiste que no te gustaba leer? Según me contaste, tú hace poco eras una rata de biblioteca ¿no?

Nadie puede con Jayleen MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora