Capítulo 15. "Planes"

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Dylan Adams

— Amigo, no.

— ¿Y por qué no?

— Es una mala idea.

Ruedo los ojos.

— ¿Y tú cómo demonios te enteraste? —le recrimino a Erick mientras conduzco hacia el campus.

— Jayleen le llamo a Gisselle, Giselle me llamó a mí y yo te llamé a tí porque creí que ya teníamos un acuerdo.

— Cambio de planes — me limito a decir.

— ¡¿Pero por qué?! — exclama.

Bufo.

— Por favor, ¿me vas a decir que no sabías nada?

El silencio se extiende por unos segundos antes de que Erick vuelva a hablar.

—¿Nada de qué?

Por Dios, si la gente va a mentir al menos que lo haga bien.

— No estoy de humor para tonterías — le informo. Escucho una exhalación a través del teléfono.

— Okay, okay. Descubriste que no has sido el único blanco de Jayleen. ¿En qué te afecta eso a tí? Al menos ahora sabes que su actitud no es personal y puedes irte más tranquilo.

— No. No puedo — le digo — Y te equivocas. Talvez esto no era personal al principio, pero ahora sí lo es.

— Solo escúchame un maldito minuto — insiste Erick — No tiene caso.....

— No tengo ganas de escucharte, Erick.

— ¿Qué? ¿Por qué no?

— Porque ahora mismo también estoy molesto contigo y con todo lo que tenga que ver con Jayleen. Así que no quiero oír otra palabra de tu bocota. Nos vemos en clase — cuelgo antes de que pueda responder.

Aferro con fuerza el volante. Mi mal humor ha disminuido bastante desde ayer. Aunque sospecho que otro mes con este ritmo va a terminar llevándome a una institución mental.

Me concentro en la carretera hasta que llego al estacionamiento del campus.

Estoy algo molesto con Erick, con Giselle, con Iker, y con el mundo entero en general. Aunque por otro lado, no puedo evitar sentir cierta satisfacción al pensar en lo que estoy haciendo. Una satisfacción muy estresante claro está.

Cuando entro a clase solo me da tiempo de saludar a Erick con una cara de pocos amigos antes de que entre el profesor.

Iker nos echa una mirada preocupada entre clase y clase, los ignoro lo mejor que puedo, el que supieran que yo estaba condenado a la miseria desde el principio y no me lo dijeran me hace temerles un ligero resentimiento. Claro que cuando me dirijo a la cafetería no tengo tanta suerte.

— ¿Piensas volver a hablarnos alguna vez en tu vida? — pregunta Iker dándome alcance.

Le echo una mirada de reojo para dejarle saber que no tengo ánimo para bromas.

— Quizás dentro de diez años —respondo .

— ¿Y ahora qué te hicimos nosotros? — pregunta con lo que parece ser verdadera confusión — Erick me dijo que ya no vienes a casa.

— No. No lo hago — confirmo.

— Ajá. Y....¿por qué? — inquiere — ¿No somos lo suficientemente guapos para compartir el mismo techo contigo, o crees que te espantaremos a las chicas? Digo, porque eso obviamente podría pasar — parlotea. Me he dado cuenta de que Iker parlotea bastante una vez que tiene confianza— Aún si tuvieras que vivir con eso, creí que querías alejarte de Jayleen y sus jugarretas — continúa.

Nadie puede con Jayleen MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora