Jayleen Miller.
— Esto es difícil. Esto es MUY difícil.
— Ve el lado positivo. Te trajo en su auto.
— ¿Y?
— ¿Cómo que "y"? Es un lindo gesto.
— Preferiría que me atropellara.
— Tu solita te metiste en ese auto, nadie te obligó — me recuerda Giselle.
— Pero fueron circunstancias especiales — digo en mi defensa — El vagabundo del otro día volvió a perseguirme — me apresuro a explicar tomando un sorbo de mi batido para que me ayude a mejorar mi humor.
Tu humor está jodido de por vida.
Sí, ya sé, gracias por recordarmelo.
Giselle frunce el ceño.
— Te dije que te fueras por la otra calle — me reprende. Sé que ella recuerda bien de quién hablo, tuvimos un encuentro con Elmer cuando caminábamos juntas hacia casa.
— Y lo hice — aclaro — Pero él apareció directamente en el sitio donde espero el taxi —suspiro con algo de pesadez — No parece una mala persona, la mayoría del tiempo está en modo amable.
— Y, en modo ebrio — agrega Giselle.
Bueno, sí. Un escalofrío me recorre el cuerpo al recordar ese hedor a alcohol. Tengo muchas razones para odiar el alcohol, y es cierto que un vagabundo alcoholizado no me ayuda precisamente a dejar ese odio de lado.
— Bueno, una razón de más para agradecerle a Dylan ¿no? — retoma el tema mi amiga.
Ahm.
— No — sanjo saliendo de mi aturdimiento.
Ella bufa.
— Sabías que no podías evitarlo para toda la vida.
— Pero tenía que intentarlo — reitero — Me resulta menos difícil querer golpearlo si no lo veo.
Giselle hace una mueca, puedo notar que este asunto está comenzando a exasperarla.
— Búscale una solución a eso Jay. Sabes que eres mi psicópata favorita, pero Dylan está constantemente cerca de mi novio y yo no pienso evitar a Erick también por ese motivo — sentencia — Además, ni siquiera me desagrada tanto. Si dejas de querer ahorcarlo incluso puedes ver qué tiene una cara muy mona.
Y unos abdominales que no te imaginas.
Jeje.
Lo siento, esa imagen sigue en mi cabeza a pesar de todo.
Pero Giselle tiene razón al menos en algo, es demasiado egoísta dejar de ver a Erick y a Iker solo por no soportar a un tercero.
Joder, es que.......¿por qué tenía que venir a meterse en mi grupo de amigos?.....hay cientos de personas aquí, ¿por qué se queda con los míos si son los únicos que tengo?
Una parte de mi cabeza sabe que probablemente estoy haciendo el berrinche de una niña de cinco años.
Necesito una solución. Y la más sencilla en este momento es, que, si tengo el ego tan grande como para querer que se haga mi voluntad, también debo poder dar una apariencia lo suficientemente arrogante para convencer a todo el mundo de que ninguna de sus ridículas acciones me afectan o me importan una mierda.
Sip, debo poder hacerlo.
— Tú ganas — le digo a Giselle — Hoy comeremos con ellos, y todo será un mundo de arcoiris, chocolate y algodón de azúcar entre Dylan y yo — afirmo con la sonrisa más inocente que puedo poner.

ESTÁS LEYENDO
Nadie puede con Jayleen Miller
RandomJayleen Miller es una joven universitaria de veinte años. Y en el mundo solo existe una palabra que ella adora. "Libertad". ¿Cuántos chicos no desearían decir que no dependen de sus padres? Bueno, Jayleen es lo que se podría describir como independi...