Capítulo 9. "¡Apestas Idiota!"

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Jayleen Miller.

— ¿Puedes creerlo Jerry? Dos malditos días y no se me ocurre nada.

Mi hermoso y estúpido ratón parece no entenderme. O quizá me entiende pero prefiere ignorame. Se limita a atarragarse de comida en su pequeña casa de cristal mientras yo le cuento mis problemas existenciales.

— Te prometo que nunca te conseguiré un compañero de casa Jerry —le digo al contemplarlo — Pero tú tienes que ayudarme a sacar al mío de aquí.

Espero que al menos desconectar la nevera de abajo haya servido de algo, con suerte quizás Dylan perdió toda su comida, aunque lo dudo mucho.

No he podido hacer cosas interesantes. El tipo no sale de aquí más que para ir a la universidad, y después se pone a leer uno de los miles de libros que debe haber traído consigo.

Viendo el lado positivo, todo este tiempo puedo consentrarme en una travesura grande y épica. Y por el lado negativo, mi cerebro se fué de vacaciones así que no ha pensado en nada.

Literalmente solo estoy sentada en mi cama hablando con un ratón mientras como galletas de animalitos y busco páginas de internet sobre bromas pesadas.

Aunque debería estar haciendo tarea.

Nahhh.....

Cómo sea, mi vida es deprimente.

Por fin encuentro una broma que no parece tan usada. No es la gran cosa pero tengo lo necesario.

Es bastante sencillo a decir verdad. Solo se trata de cambiar el contenido de un frasco de colonia por un spray que apeste asqueroso. Y vaya que a Dylan le gusta ponerse colonia. Veamos si nota la diferencia entre la escencia a cítricos y el drenaje de ciudad.

Si no logro infiltrarme en su habitación, ya que él la ha estado custodiando las veinticuatro horas, me conformaré con rocear el spray sobre todos los trastes de la cocina.

Medio satisfecha con mi idea cojo el spray y comienzo a bajar con cuidado las escaleras. Cuando llego abajo alcanzo a percatarme del sonido de una puerta al cerrarse. Suspiro. Dylan debe estar en su habitación, así que tocaran los trastes.

— Hola

— ¡Mierda!

Esa voz me hace saltar de una manera tan ridícula que es digna de ser grabada. Pero en serio que no esperaba encontrarme a una tercera persona en mi casa. Mucho menos a la chica rubia que ahora me contempla con el ceño fruncido. Es un poco más bajita que yo, pero es guapa, aunque su expresión no es para nada amigable.

—¿Quien eres? ¿Y qué haces aquí? — pregunta un tanto molesta. Enarco las cejas.

— Eso debería preguntarte lo yo — le digo — Yo vivo aquí.

Sus ojos castaños se muestran sorprendidos ante la nueva información. Por primera vez me fijo en sus manos, que sostienen un pastelillo de crema. Casualmente de mis favoritos. Diablos, tengo hambre.

— ¿Es de coco?— le pregunto señalando el cupcake. La cara que pone es una verdadera poesía, es como si no supiera si burlarse de mí o darme un golpe en la cabeza.

— ¿Tú vives con Dylan? — me pregunta en cambio.

— Corrección mi reina — le digo — Él vive conmigo, es mi casa — vacilo — Bueno, de mi hermana, da lo mismo.

Los ojos dela chica se endurecen y siento verdadera lastima por el pastelillo que estruja entre sus manos.

— Él me dijo que no tenía novia- susurra.

Nadie puede con Jayleen MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora