03.02 | 𝑻𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒐

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Gilbert pov's

Llegamos a una isla. Era realmente bella. El cielo estaba celeste al igual que el agua.

-Deja de observar y ven a trabajar, Blythe- Me llamó mi compañero alejándome de mis pensamientos.

Me acerqué a Bash y lo ayudé bajando el barril al muelle.

-Vaya, este lugar se ve increíble.

-Es apenas el comienzo, amigo- Me aclaró.

-Pareces decepcionado- Le dije.

-¿Qué quieres que haga, qué baile?.

-Han pasado dos años.

-Sí, estoy muy contento de volver.

-Pero ¿tú? Llorarás cuando tengas que irte. Trinidad se meterá en tu alma- Me Explicó -Ahora hay que llevar estos barriles a su destino.

Ambos agarramos un barril, estaban demasiado pesados. Bash los agarraba como si nada, en cambio, a mi me costó más.

-El equilibrio en el barco y en tierra no son compatibles.

-Solo tengo que equilibrarme- Le expliqué mientras estaba intentando acomodar el barril.

-Necesitas más que eso, mawga. Te llevarás con la brisa.

-No estoy tan flaco.

-Te buscaré una buena medicina natural trinitense.

(...)

-¿Hay algo bueno que comer en Príncipe Edward?

-Me gustan las papas- Respondí.

-Vamos, ¿papas?. Dime algo que sea interesante.

-Bueno, la señora Kincaconnon servía cangrejo de vez en cuando.

-Ahora si tenemos algo. ¿Cómo lo preparaba?

-Creo que lo hervía. Le echaba sal.

-¿Eso es todo? ¿Cangrejo con sal?

-¿Qué tiene de malo?

-Nada. El cangrejo es bueno bien preparado. Como el callaloo de mamá. La comida de domingo. Hervía hojas de taro en leche de coco, le echaba cebolla, ajo, quingombó, una cola de cerdo, y luego el cangrejo- Me explicó muy emocionado -Añadía un pimiento y lo dejaba a fuego lento.

-Creo que nunca he probado un pimiento picante.

-Si, ¿tú? Tu cuerpecito seco estaría en guerra consigo mismo.

-Creo que podría con él.

-Mamá decía: "Bash, ven a probar". Inclinaba la cabeza hacía atrás, y me daba una cucharada. Casi puedo saborearlo ahora. Bajaba por la garganta como medicina verde picante.

-Suena delicioso.

-Era delicioso- Confirmó -Pero siempre era esa probadita. Después le servía a la familia. Y a mi me daban las sobras.

-¿Por qué no comías con la familia?.

-No era mi familia.

¿No era su familia?

-¿De quién era?

-Los blancos para los que trabajaba ella.

Ambos nos quedamos en silencio por un par de segundos.

-Me siento idiota. Lo siento.

-No te disculpes. Probé más sabor con una cucharada cada domingo que lo que tú has probado en toda tu vida. Cangrejo con, aquí va, el ingrediente secreto. Sal.

TUS OJOS MÁGICOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora