06.03 | 𝑫𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐𝒛𝒂𝒅𝒐

1.9K 149 11
                                    


Hayley pov's

-¿Es muy grave?- Preguntó mamá.

-El médico sabrá más que yo, pero espero que no- Le contestó Gilbert.

Mary estaba enferma, según los que nos había contado Gilbert, no estaba muy bien.

-Qué vergüenza que el único médico que la verá esté en Charlottetown.

-Sí. La enfermadad no discrimina- Me apoyó Gilbert -Por suerte, el Dr. Ward tampoco. Es bueno.

-Vete, Gilbert- Le dijo mamá -Perderás el tren.

Así lo hizo, se despidió de nosotras asintiendo su cabeza y luego se fue. Ni bien se fue, entró Bash.

-Buen día, Srta. Adele, Hayley.

-Perdón por entrometerme, Sebastián, pero vinimos a ofrecer nuestra ayuda.

-Dígame que cocinará.

-Haremos caldo, pan y nos iremos- Respondió mamá.

-¿Dónde está mi bebé?

-Duerme. Alex y papá la están cuidando- respondí señalando la habitación donde estos se encontraban.

Alex pov's

-Papá, ¿sabés cómo cuidar a un bebé?- Le pregunté mientras agarraba a Deli.

-Pensé que tu sabías.

-Yo creí que tu sabrías. Tuviste tres bebés.

-Yo solo los sostenía. Cuando los intentaba hacer reír siempre lloraban y su madre me los sacaba. No me querían- Me contó mi padre mientras calentaba la leche para el biberón de Deli.

-En nuestra defensa, tus caras eran muy extrañas. Dabas miedo- Me di vuelta para revisar lo que estaba haciendo -Papá, ten cuidado que no se queme.

-Esto lo sé hacer.

De pronto Delphine comenzó a llorar.

-Deja de llorar, silencio- le dije mientras la mecía en mis brazos.

-No te entiende- Me dijo mi papá riendo.

-¿Qué hago? Ayúdame Le pregunté desesperado, nunca había cuidado a un bebé.

-No lo sé.

Hayley pov's

-Pensé que te habías ido con tu madre.

-Lo hice- Respondí -Pero volví. Pensé en transformar su caldo en algo más fuerte que te abra el apetito.

-Cocinas a sus espaldas. Tienes quince años, casi dieciséis, y sigues siendo revoltosa.

Mary probó la comida. Se veía tan débil allí acostada; sus ojeras estaban marcadas como nunca, su mirada estaba caída, pero su sonrisa seguía intacta.

-Qué rica. Pero ¿olvidaste tostar el pimentón como te mostré?- Me preguntó.

-Sí- Recordé -Solo puedo culpar a mi disimulo y mi emoción.

-Lo importante es que aprendes. Está muy sabrosa.

Bash entró a la habitación.

-Ven mañana junto a Anne. Veremos que cocinarán para la feria.

-Perfecto. Que te mejores- Me paré de la cama -Adios.

Salí de la habitación. Con Anne teníamos planeado hacer un pastel para la feria. Uno de los de Mary.

(...)

Cuando entré a la casa de Gilbert, me di cuenta que él no había entrado. Así que salí para buscarlo.

Lo encontré en un árbol a lo lejos, sentado y llorando sin parar.

-No creo que pueda ser médico- Me dijo cuando llegué hasta él, en su voz sonaba un pánico que nunca había escuchado- un médico debería... Yo... tenía que decírselo, pero...

-Gilbert- Lo interrumpí.

-No. No soy el que está muriendo. No soy el que está perdiendo todo. Soy...

-Un amigo que dio la peor noticia a alguien que ama.

-Mary me necesitaba fuerte. Empeoré las cosas. No encontré las palabras y lo empeoré.

-¿Se habría consolado con un mensaje desapasionado? Ojalá nunca tengas que hacer eso otra vez, pero dudo que puedas evitarlo. La gente vendrá por ti, traerán sus hijos y a sus seres queridos a ver un médico que se preocupa tanto como ellos. Serás un médico maravilloso. Ocuparse de alguien siempre será lo correcto.

Ambos nos quedamos en silencio. Gilbert sacó la vista de mis ojos, y la llevó a la casa. De pronto comenzó a llorar. Fue inevitable, tuve que abrazarlo. Estaba destrozado. Todos lo estábamos.

Lo contuve en un cálido abrazo. Sus manos rodeaban mi torso y las mías sus hombros. Podía sentir como sus lágrimas caían y se deslizaban suavemente por mi espalda.

—No sé qué hacer.

—Gilbert, — lo alejé de mí y coloqué mis manos en sus mejillas sosteniendo su rostro — sabes exactamente qué hacer. Mary nunca se enojaría contigo porque le digas algo inevitable, ella te ama, y nada cambiará eso. Esta bien que no sepas que hacer, irás aprendiendo, para eso estamos nosotros, para ayudarte.

—¿Tú me ayudarás?

—Siempre.

Nos quedamos mirándonos por unos segundos, hasta que volví a inclinar su cabeza hacia mi torso y lo volví a abrazar, lo que más necesitaba en ese momento.

Nunca me imaginé consolando a Gilbert Blythe, pero aquí estaba, y sentía que junto a él, era donde debía estar.
(...)

Un par de días después, fui a la casa de Gilbert. Quería preguntarle si podía acompañarlo al fangal para buscar al hijo de Mary. Con Anne estábamos haciendo un pequeño libro con recetas que Mary nos había enseñado, para dejárselo como legado a Delphine.

Toqué la puerta de la casa. Gilbert estaba en la ventana.

-Hola- Me dijo mientras había la puerta.

-Hola. Mary me contó que irías a el Fangal para buscar a Eljiah. Quería saber si podía acompañarte. Quiero hacer algo por Mary.

-No lo sé, Hayley. Es un lugar muy peligroso...

-Por favor.

Lo dudó en silencio, pero no pensaba aceptar un "no" como respuesta.

-Esta bien.

TUS OJOS MÁGICOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora