26. Malditas despedidas

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Por fin estábamos solos. El uno frente al otro.

Los nervios y la emoción se habían adueñado de mi cuerpo y me hacían temblar sin parar. Me acerqué a él lentamente, insegura.

Abrí la boca para decir algo, pero no salió nada. Millones de pensamientos desordenados se arremolinaban en mi cabeza. Había tanto que quería decirle que no sabía por dónde empezar.

Katsuki extendió sus brazos, dando un paso hacia mí, mirándome con ternura. Esbocé una ligera sonrisa y, muy despacio, casi a cámara lenta, nos fundimos en un profundo abrazo. Aquella sensación era todavía más cálida de lo que recordaba.

Al volver a sentirle tan cerca, un cúmulo de emociones contenidas se liberó y me rompí, en un llanto descontrolado.

Él sollozó, hundiendo la cabeza en mi cuello.

- Tsk. - me estrechó con más fuerza, mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.

Y así, sin despegarnos ni un milímetro, lloramos juntos durante un mucho tiempo. Tratando de tranquilizarnos mutuamente. Acariciándonos el pelo, los hombros, los brazos, la espalda. Hasta que ya no nos quedaron lágrimas.

Entonces, levantamos la cabeza poco a poco hasta que nuestras frentes se encontraron y, delicadamente, uno secó el rostro del otro. Nuestros labios estaban a muy pocos centímetros de distancia.

- ¿Nos sentamos y hablamos? - susurró.

Asentí, con la mirada perdida en sus ojos. Caminamos hasta el sofá con las manos entrelazadas y nos dejamos caer sobre él. Tragué saliva, aquella iba a ser una conversación complicada.

Tras unos tensos segundos de silencio, conseguí reunir el valor para comenzar a hablar.

- ¿C-Como estás? - pregunté casi sin voz.
- La herida se ha curado bien, - explicó, llevándose la mano al cuello - pero la cicatriz no desaparecerá.
- No me refería solo a la herida... - titubeé.
- Lo sé. - sonrió amargamente, sin dar más explicaciones - ¿Y tú?¿Cómo estás tú?
- Bueno... He sido lo suficientemente pesada como para que el médico me dejase salir del hospital - dije irónica.
- Empiezas a parecerte a mí - sonrío de medio lado.

Le devolví la sonrisa brevemente y suspiré con tristeza. Aquella conversación no llevaba a ninguna parte. Tenía que decirle todo lo que sentía, sin rodeos.

- Katsuki,... me he portado fatal contigo. - empecé a hablar, muy nerviosa, mirándole fijamente a los ojos - Tendría que haber hecho las cosas de otra manera. Probablemente no sirva de nada, pero... lo siento muchísimo.

Él, sin apartar la vista de mí, guardó silencio unos segundos antes de respirar hondo y responder.

- Ese día... estabas rara de cojones. Sabía que pasaba algo grave pero... nunca imaginé que tú... harías algo así. - su voz se quebró - De haberlo sabido,  jamás habría salido de casa aquella mañana.

- Yo... me equivoqué. - reconocí, haciendo un esfuerzo por que saliera algo de voz del nudo que crecía en mi garganta - No era mi intención pero, cuando me fui... ¿te hice mucho daño, v-verdad? Kirishima me dijo... - no pude continuar.

- Bueno, digamos que Kirishima me abrazó y no le aparté. - cerró su mano temblorosa en un puño - No podía creer que aquellas palabras las hubieras escrito tú.

Asentí lentamente, cerrando los ojos y sollozando. Me sentía la peor persona del mundo. No sabía cómo responderle, pero no hizo falta, él siguió hablando.

Hazme explotar 2 (Katsuki Bakugou y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora