8. Mi segundo deseo

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- ¡Maldito pelo de mierda! - bramó Katsuki mientras entrábamos en casa y se quitaba la corbata bruscamente, tirándola al suelo - ¡No podría habernos dejado en paz, joder!

Se tropezó con la mesa de la entrada y maldijo. Me reí, aunque a mí también me costaba un poco andar en línea recta y pensar con claridad. Habíamos bebido bastante.

- ¿Sabes a qué me ha recordado? - susurré colocándome detrás de él y estirando de su chaqueta para hacerla caer.
- ¿Ah?
- ¿Te acuerdas aquella vez que jugamos a atrevimiento o verdad en la residencia?
- ¡Ja! Los maditos siete minutos en el paraíso, ¿ah? - se dio la vuelta para mirarme.

Asentí, poniéndome colorada.

- Qué par de imbéciles éramos - se acercó a mí y me rodeó con sus brazos.
- Ojalá no te hubiese hecho parar aquella noche - me aproximé a sus labios.
- Tsk. Ojalá se me diese mejor expresar mis putos sentimientos - murmuró ligeramente ruborizado.

Nos besamos con delicadeza. A pesar de que aquellos días no habían ido tan bien como me hubiera gustado, esta era nuestra última noche juntos y quería que fuese especial. Clavé mis ojos en él, decidida.

- Katsuki...
- No - respondió tajante, entendiendo mis intenciones.
- Ahora sí...
- No, ni de coña - me miró muy serio.
- Quiero utilizar mi segundo deseo...
- Maldita sea, no... - sonó casi como una súplica.
- Vamos a jugar - dije dando saltitos de emoción, intentando no desequilibrarme.
- Mierda.

Gruñó pero terminó cediendo, al fin y al cabo, no podía negarse. Encontré una botella de ron en uno de los armarios de la cocina. Nos servimos y nos sentamos en el sofá.

- Venga, hagamos esta estupidez rápido - le costaba un poco pronunciar correctamente.
- ¿Atrevimiento o verdad? - pregunté entusiasmada.
- Verdad - dijo con pocas ganas.
- ¿Qué soñaste anoche?
- ¡Eh, joder, eso es jugar sucio! - frunció el ceñó.
- Venga, sabes que no voy a parar hasta que me lo cuentes - traté de convencerle.
- Está bien. - gruñó y dio un sorbo a su copa - Resumiendo, soñé que estábamos luchando juntos contra un maldito villano. El muy cabrón te atacaba por la espalda y yo... - bajó la cabeza - yo no llegaba a tiempo.
- Oh, Katsuki. - me enternecí y acaricié su cabeza - Si vas a soñar conmigo, ¿no podrías ser algo más... interesante? - me senté más cerca y desabroché un botón de su camisa
-  Idiota... - sonrió - ¿Y quién te ha dicho a ti que no lo haga?

La temperatura subió de repente. Ciñó su brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él.

- Y... ¿qué sueñas? - susurré en su oído.
- Eh, solo una maldita pregunta por turno. - me advirtió acariciando mi brazo - Te toca.
- Vaaale... Atrevimiento - decidí enseguida.

Se levantó y fue a la cocina. Le miré confundida. Pocos minutos después regresó con tequila, sal y una rodaja de limón.

- Un chupito - volvió a sentarse mi lado.
-Bah, eso es demasido fácil. - cogí la sal para ponérmela en la mano - Esfuérzate m...
- No. - me miró intensamente - La sal, en mi cuello - sonrió con picardía. Le miré sonrojada - ¿Qué? Si jugamos, jugamos bien.

Mis latidos se aceleraron de golpe. Lamí su cuello para que la sal se quedase pegada, se la puse y volví a pasar mi lengua lentamente, haciéndole temblar. Katsuki me dio de beber agarrando el chupito con su mano. Después, mordí el limón que sujetaba entre sus labios, rozando su boca.

Hazme explotar 2 (Katsuki Bakugou y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora