20. Antes de lo que crees

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- Eh, despierta - la voz de Katsuki, susurrándome al oído, me sacó de mi sueño.

Sus labios recorrieron mi espalda y me volteé hacia él.

- Mmh... cinco minutos más - refunfuñé abrazándole y acurrucándome en su pecho.
- Tsk. Como sigas así voy a tener que hacerlo por las malas - gruñó.
- ¿Ah, sí?¿Y cómo es eso? - levanté la cabeza y le miré desafiante mordiéndome el labio.

Katsuki me sonrió de medio lado y rápidamente se abalanzó sobre mí, besándome apasionadamente y estrechando su cuerpo contra el mío.

- ¿Qué te parece así, ah? - volvió a susurrar, ahora con la respiración acelerada.
- Bah... no está mal. - fingí un bostezo - Pero vas a tener que esforzarte más - cerré los ojos de nuevo.

Él soltó un carcajada. Su risa era tan bonita, tan pura. Era irresistible.

- No me provoques, maldita sea - murmuró divertido antes se hundir su cabeza en mi cuello.

Me dio pequeños mordiscos, bajando hacia mis pechos. Cuando empezó a jugar con ellos, me estremecí y me dejé llevar.

Mientras, su mano acariciaba mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna. Allí se quedó, masajeándome y haciéndome vibrar.

Unos minutos después sus labios volvieron a encontrarse con los míos, que los atraparon llenos de deseo. Katsuki entrelazó nuestras manos y entró en mí con delicadeza.

Me sonrió, con una mirada llena de amor.

Entonces, Katsuki empezó a desvanecerse ante mis ojos. Su imagen desaparecía poco a poco y yo no podía hacer nada para evitarlo.

- ¡Katsuki!¡No!

Abrí los ojos sobresaltada, con la respiración acelerada y un sudor frío cubriendo mi cuerpo. Miré a mi alrededor. Estaba en mi cama. Sola. Había sido un sueño. El mismo maldito sueño de siempre.

Sentí un gran nudo en la garganta y las lágrimas a punto de brotar. Pero sacudí la cabeza e hice lo que hacía últimamente siempre que tenía ganas de llorar: ponerme a trabajar.

Me dio igual que fuera de madrugada o que llevase toda la semana sin pegar ojo. Me levanté y comencé a revisar los archivos de mi portátil por innumerable vez.

Ya llevábamos un mes trabajando en su desaparición, pero no habíamos encontrado nada. Ninguna pista. Ningún hilo del que tirar. Parecía que se lo había tragado la tierra.

Cada día, cada hora, cada minuto sin tener noticias de él era una agonía. Me olvidé de comer, de descansar, de reír, de vivir. A penas dormía y, cuando lo hacía, solo tenía pesadillas. Parecía un fantasma.

En este tiempo, había tenido que recurrir un par de veces a la pastilla de Kenkou. Fue muchísimo más duro que en la primera ocasión, porque aunque Deku y Shouto no se apartaron de mí ni un segundo, Katsuki no estaba allí para abrazarme.

Absorta en el portátil, se hizo de día sin que me diera cuenta. Unos golpes a la puerta del dormitorio me sacaron de mi de concentración absoluta.

- ¿____?¿Estás despierta? - escuché la voz de Shouto.
- Ya es hora de ir a la agencia - explicó Deku.
- Lo siento, chicos, me he entretenido. - respondí con voz cansada cerrando el portátil - Adelantaos vosotros, ahora iré yo.

Me preparé rápidamente y me tomé un par de tazas de café de un solo tragó antes de salir de casa corriendo. Al llegar a la agencia, me dejé caer en una de las sillas. Enseguida, Deku se acercó con una gran sonrisa.

Hazme explotar 2 (Katsuki Bakugou y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora