15. Disimular

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Al salir del agua, tiritaba sin parar. Me abracé a mi misma, frotando mi cuerpo para no perder más temperatura.

Observé a Katsuki detenidamente. La camiseta mojada se ceñía a su torso, dejando intuir unos abdominales muy trabajados. Las gotas de agua resbalaban por su pelo. Estaba irresistible. Me mordí el labio, pensando en que seguía volviéndome tan loca como primer día.

Katsuki comenzó a andar. Yo me quedé inmovil, sin poder apartar la vista de él.

- ¡Vamos!¡Malditas sea, no quiero tener que descongelarte otra vez! - se giró hacia mí, haciéndome una señal con el brazo.

Pestañeé varias veces, tratando de recordar cómo se caminaba, y corrí hasta llegar a su altura. Él me pasó el brazo por la cintura para darme calor.

Entramos en la casa y nos quitamos la ropa mojada deprisa. Fuimos hasta el  baño para secarnos. Agarré una toalla para el pelo y le extendí otra a Katsuki. Pero él, en vez de aceptarla, decidió simplemente sacudir su cabeza, salpicándolo todo.

Después, se envolvió en gran toalla y me abrazó para rodearme a mí también con ella.

Levanté la cabeza y me encontré con sus ojos, que me miraban con ternura. Me acerqué lentamente hasta fundirme con su boca. Con calma, jugando con sus labios y su lengua.

Nos besamos con delicadeza y cariño hasta que perdimos la noción del tiempo. Y el frío fue desapareciendo poco a poco.

- Eh... ¿recuerdas el día de la tormenta de nieve? - susurró de pronto.

Me sonrojé solo de oírlo, asintiendo. Por aquel entonces a penas nos conocíamos, pero las circunstancias nos llevaron a dormir abrazados y prácticamente desnudos.

- Esa noche, en el maldito refugio... ¿te diste cuenta, ah? - preguntó algo nervioso.
- ¿De qué?

Katsuki resopló y me acercó más a él. Sentí su erección contra mi abdomen.

- Oh, eso... Sí - me ruboricé aún más.
- Tsk, mierda - desvió la mirada.
- Disimulaste fatal - me reí.

De repente, sus mejillas parecían un tomate.

- Pero también me di cuenta de otras cosas - hablé suavemente.
- ¿Ah? - me miró confundido.
- Ya tenía mis sospechas... pero me di cuenta de que que eras muchísimo más de lo que aparentabas. Me trataste con mucha delicadeza y te preocupaste por mí. Vi que eras atento, bueno y cuidadoso. Eso sí que lo habías disimulado bien. - acaricié su mejilla, que estaba todavía más roja que antes - Me sentí muy tranquila en tus brazos y supe que podía confiar plenamente en ti, ¿sabes?

Sonrió de medio lado y suspiró. Pensé que soltaría algo como "no digas tonterías" o "tsk, cállate", pero no fue así.

- Bueno, ahora ya no tengo por qué disimular más - pronunció lentamente, con una mirada muy intensa.

Dejó caer la toalla y me abrazó con fuerza, estrechándome todo lo que pudo contra su cuerpo. Me lancé a sus labios, ahora con más fogosidad. Mis dedos se deslizaron por su espalda, provocándole un escalofrío.

Nuestras miradas se cruzaron y supe que ambos estamos pensando lo mismo: no queríamos que aquel momento acabase nunca.

Buscamos el dormitorio a tientas y sin despegarnos el uno del otro. Me senté a los pies de la cama y fui retrocediendo hasta que mi espalda chocó con el cabecero. Mientras, Katsuki se me acercaba gateando despacio, mirándome fijamente y mordiéndose el labio.

Hazme explotar 2 (Katsuki Bakugou y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora