12_ Hermanas

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Francisco Luna estaba de regreso y lo primero que hizo al llegar, fue darle la orden a uno de sus pocos sirvientes, de llamar a su hija, quien ahora tenía parada delante de su escritorio.

-Saludos, padre.- saludo la chica, de manera educada y tranquila, haciendo que el hombre se enojé todavía más.

¿Era su hija consiste de lo que hizo, que estaba tan tranquila delante de él?

-¿Se puede saber qué significó todo éso del día de tu debut?- preguntó el hombre, golpeando su escritorio con su dedo índice derecho.

Su posición de noble no era muy buena, haciendo que el día del debut, sea peor por creer sus socios que su hija tenía problemas.

-La verdad... yo quería que el príncipe Alan rompa nuestro compromiso.- dijo la de ojos grises, preparándose mentalmente para actuar.

En ése momento, el hombre se puso de pie, tumbando su asiento y golpeando su escritorio con ambas manos tras apoyarlas con fuerza.

-¡¿Por qué querrías algo así?!- preguntó, muy enojado.

Creyó que su hija era más lista, pero al parecer se equivocó.

Financieramente hablando, su familia no estaba nada bien debido a malas inversiones, así que el hecho de que Sofía se casé con un príncipe, los iba a salvar de volverse una familia de nobles degradada a pueblerinos comunes.

La muchacha, que había agachado la mirada, la levantó para mostrar sus ojos llorosos mientras apoyaba una mano sobre su pecho.

-¡Por que no quiero alejarme nunca de mi querido padre!- gritó la chica, al borde del llanto, haciendo que el hombre se sorprenda.

Su hija, una chica madura e inteligente, ¿todavía veía a su viejo padre como al número 1 de su vida?

Sofía, al ver que el enojó de su padre pareció irse con ésas simples palabras, se contuvo una sonrisa y se dejó caer de rodillas, siguiendo con su actuación.

-Su hija es una vergüenza para la familia y acepta cualquier castigo, pero no me aleje de usted, por favor.- pidió la de ojos grises, mientras limpiaba sus lágrimas que empezaron a caer.

Francisco, se asustó al ver éso y se acercó a su hija, para ayudarla a ponerse de pie y ver la mirada triste y dolida de ella.

Fue tan mal padre al no darse cuenta de que su hija todavía necesita de él, más que a cualquier otro hombre.

-Yo... no se puede hacer nada si no te quieres casar.
No recibirás ningún castigo y nunca podrías causar vergüenza.- dijo el dueño de casa, sacando un pañuelo y dándoselo a su hija para que seque sus lágrimas.

Si tenía que renunciar a su vida de lujos, para que su hija sea feliz a su lado, entonces lo haría.

-Gracias, querido padre.- susurro la muchacha mientras cubría su rostro completamente con ése pañuelo, para sonreír, al borde de la risa.

Su padre era la persona más fácil de manipular de todas y vaya que era divertido hacerlo para ella.

-Supe lo de Ella, ¿sabes cuándo volverá?- preguntó el hombre, intentando cambiar la conversación.

Sofía, tras limpiar sus lágrimas de "tristeza", miró a su padre con seriedad.

-Debería volver pronto, sólo es algo así como un reconocimiento y ya.- respondió, sin darle mucha importancia.

Según su vida pasada, Ella no moriría en ése reconocimiento, sólo descubriría la verdad sobre ella, su familia y lo que es, perdiendo poco a poco la cordura, pero está vez ella impediría éso último.

¿Soy una villana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora