Dos años de paz un año de guerra 2

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Dos años de paz un año de guerra 2



Wen Qing trato de arreglarse, de verse digna, tomo como única joya el broche de loto que Jiang Cheng le regalo, se obligo a si misma a calmarse, beso a su abuela y le pidió perdón, su hermano los dejo escondidos para acompañarla, para estar con ella.

Para Wen Ning esto no tenía sentido, el líder de la secta Jiang nunca fue amable, no lo seria ahora, veía como su hermana desvariaba, el amor la cegaba, el maestro Jiang no era el Líder Jiang. Quien le pidió matrimonio ya no existía. Si ella hubiera amado al maestro Wei, entonces nada de esto sucedería, en el campo de batalla ellos sanaron heridos pero el líder de la secta Jiang nunca vino a verla, ahora ella debería aceptarlo. Cuando él le dejara claro que el compromiso estaba roto.

― ¿Cómo me veo? – ella aun era muy hermosa, incluso tan flaca que la ropa le colgaba, su cabello seguía siendo largo, sus ojos grandes, su boca pequeña. - ¿Crees que le guste?

No. Esa era la respuesta que A-Ning quería darle. No hermana, no hay manera de que él vea que eres hermosa porque nos odia.

― Te ves hermosa

― A- Ning... no importa lo que él diga, si es cruel o si es amable, si decide tomarme como concubina o como esposa, no importa, nunca hablaras de lo que sabes.

― Se lo prometí al maestro Wei, te lo juré a ti, ¿hermana, realmente quieres ir a buscar al líder de la secta Jiang?

― No lo conoces como yo, a veces es temperamental, a veces es cruel, pero su corazón esta limpio, es el único para mi

Wen Qing recibió catorce propuestas de matrimonio, Wen Xu el primogénito de Wen Ruhlan la quería para concubina, dos años atrás, ella acepto al joven maestro Jiang.

Se pusieron en camino.

La guerra termino, entonces ella realmente confiaba en las promesas que hicieron.

Que ingenua.

*

*

*

Wei WuXian se quedo despierto noches enteras, revisando con Jiang Cheng los documentos sobrevivientes de Jiang FengMian, los tesoros que pertenecían a la secta Yunmeng Jiang, las espadas que ya no tenían dueños, las reservas de oro que no fueron saqueadas.

Incluso así, con el agotamiento de los días, de las noches, aun tenia tiempo para sufrir. Cada vez que sentía la energía en el cuerpo de Jiang Cheng y sentía el vacío dentro suyo, la madrugada lo ayudaba a calmarse, a concentrarse.

Ese no era mi destino, se lo repetiría hasta el cansancio. Nunca fue mi destino.

Pero que diferente era cuando si lo era, cuando no necesitaba nada, cuando podía volar en su espada, conducirse a la excelencia, vencer a todos por su núcleo dorado y no por el veneno en su cuerpo. No lo sabían, nunca lo entenderían.

― ¡Ya no tengo otro camino!

Su grito de dolor. No había manera de salvarse.

Al voltearse los encontró, dos mujeres y un hombre, silencios, observándolo como si lo amaran, amor extraño en sus ojos vacíos. Estaban muertos, eran energía resentida, murieron sufriendo sin duda, con rencores, desaparecerían si él los dejaba marchar, pero si los manejaba se quedarían.

― Yo una vez, tuve un camino amplio, y ahora... ya no tengo nada.

Cerro las manos, los cuerpos se convulsionaron y cayeron. No necesitaba que todos lo señalaran, él lo sabía bien, un solo error y podría lastimar a su Shijie, un solo error y podría lamentar no haber muerto en el Túmulo funerario.

LAGRIMAS DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora