LAGRIMAS DE LUNA

Tres pequeños bajo la sombra de un arbol 2

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El solsticio llega, y es peor cada año, debería ser mejor con el tiempo, como la hierba que crece, como las crías que nacen o los años que llegan, cada día, debería quedar más lejos el recuerdo del otro pero no lo es, cuando camina al templo de su familia le tiemblan las piernas, su hermana que descansa en la tierra (o a ese pensamiento se aferra para no derrumbarse con cada soplo de viento), el fuego de ese día se llevó su cuerpo... respira como aprendió desde joven calmando su pecho, es curioso si piensa en ello, respirando como cuando sus padres murieron y sabía que no podía rendirse, respirando incluso cuando casi pierde su núcleo dorado, respirando como cuando supo de la boda de su hermano con la mujer que tanto amaba, sobre esas muertes y dolor que trajeron es la muerte de su hermana lo que no logra aceptar, es el dolor que se clava y arde sin necesidad de brisa.

— Padre, madre, hermana... vengo a mostrarles respeto... como saben en breve será el cumpleaños de A-Li, este año iré a verlo, no esperaré a que lo traigan, la celebración del solsticio será en Gusu este año, su tío es hermano jurado del líder de la secta Lan y lo llevara este año en lugar de reunirnos a medio camino, yo iré a Gusu, iré a estar junto a mi sobrino el día de su sexto cumpleaños, yo... supe de otro niño, madre mírame, ¡mírame madre porque no me detendré!, erradicare a cada vestigio del Clan Wen perseguiré por siempre a Wei WuXian madre... padre... hermana, no me detendré hasta darles paz.

De rodillas, con sus lagrimas manchando el suelo, no solo A-Li cumplirá seis años en breve, también serán nueve años de la muerte de sus padres, cinco de la muerte de su cuñado, su hermano y su hermana, porque, aunque siempre lo maldiga, en su corazón aun late ese sentimiento, su hermano.

Quiere darles paz. Si es que eso se las daba, en su corazón escucha sus voces. Lo persiguen, esas palabras que no dijeron porque la vida o más bien, la muerte, llegó violenta y sin la menor piedad se los llevó.

Su padre, él no lo comprendería, sería cruel sin dudas, diría sin error: Es tu hermano, busca su alma para darle paz, encuentra a tu sobrino para protegerlo, deja de manchar nuestro nombre con la sangre de inocentes, deja de mancillar mi recuerdo odiando a tu hermano

Su madre es diferente, ella conocía la verdad que los otros no veían, siempre logro advertir que Wei WuXian traería desgracia, ella diría: Clavaste en su pecho y dejaste libre su alma ¡Vaya broma! Juras venganza, pero no has encontrado ni siquiera a su bastardo.

Pero ahí, una voz más suave, la misma que le hablaba cuando estaba enfermo, la que preparaba sopa para él, la que vistió de rojo, la que él entregó cuando llego la hora de unir su alma en el templo y ella sonreía con lágrimas de felicidad, ella también habla: A-Cheng, por favor, tráelo a casa, une a nuestros hijos, nuestros hijos son inocentes... no lo olvides, cuando nació tú lo nombraste... hermano, ya no sufras, hermano mío, dame paz y encuentra la tuya.

Podría morir riendo, sabiendo que no hay manera de cumplirle a nadie, ni siquiera a él mismo, el odio, el dolor, el tiempo... viajará a Gusu, hay un niño nuevo, alguien lo vio, volverá a esa ciudad... volverá a verlo.

Jiang Cheng recoge los restos del incienso, guarda las tablillas y sale.

Afuera sus cultivadores entrenan sin descanso, los tiempos de paz son breves, él no puede confiar en que su puerta estará a salvo, en especial con ese hombre vivo. ¿Cuándo vendrá? Han pasado poco más cuatro años, no ha salido de Gusu, criando a su hijo dicen, al pequeño heredero, un mocoso que consiguió seguramente para confundirlo, para esconder al pequeño bastardo. Pero no solo estará él, también su hermano, Lan XiChen que le juró odio, que lo echó de su secta, que gira cada vez que se encuentran para no darle una mirada.