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... está en el infierno a donde siempre perteneció.

...merecía morir tal como vivió su repugnante vida.

... murieron todos los perros Wen.

... su alma fue consumida por sus demonios, es el precio de su cultivo.


Parecían palabras lejanas, pero se repetían tanto que cuando llego a Yilin pensó que había alguien repitiéndolas sentado sobre su espalda. El suelo era negro y blanco, tosió por la ceniza, jadeo por el dolor. Cada paso parecía cortarle los pies, no es verdad, no es verdad se repetía a cada latido de su corazón, a cada latido que, como látigo en la carne abierta lo golpeaba.

No es verdad, y la muerte palpitaba como si tuviera vida, ahí en cambio todo era muerte y dolor, ante sus ojos un pedazo... un trozo de Wei WuXian estaba en el suelo quemado, sobre la piedra que aún estaba caliente, chamuscado, pero suyo.

No mas que una piedra para un arete, no más que un capullo de flor, cuando abrió los ojos encontró que el pedazo ya solo era una mancha entre sus manos, respirar parecía imposible, las lágrimas cubrían el suelo, su garganta un nudo pesado, sus dedos blancos y finos antes, ahora negros y sucio de sangre.

Es verdad. Se quedo en el suelo, se repitió a si mismo, es verdad. Es verdad, lo he perdido.

Tomo su espada, este sería el último servicio.

Tomo su espada, extendió su garganta.

Tomo su espada decidido a morir.

El hálito se hizo remolino, la muerte suplico, la piedra tembló y un sonido tan bajo sonó llamándolo. Parpadeo porque era imposible, parecía aun peor que la última vez que lo vio, era injusto.

Ahí estaba Wei WuXian, con la ropa casi transparente, con su piel translucida.

Estuvo ahí hasta que Lan WangJi extendió la mano, cuando quiso tocarlo desapareció y la luna brillaba con lagrimas gruesas que en un instante lo empaparon, sin estrellas en el firmamento la luna brillaba más, en un tronco quemado un niño de casi tres años respiraba ardiendo en fiebre, sudaba delirando con la ropa sucia. Un pedazo de Wei WuXian, entre la vida y la muerte luchaba, y mientras lo recogía en sus brazos decidido que el también debía luchar.

No tenía derecho a morir, no podía dejar al niño solo. No cometería el mismo crimen dos veces.

-          Mi hijo

Fueron las palabras en respuesta, regresar al Receso de las nubes significaba enfrentar las leyes que antes, tanto había respetado y que ahora lo señalaban, el consejo lo miro sorprendido, los ancianos aún estaban heridos, solo ellos conocían sus faltas. Lo que veían ellos era diferente, frente a ellos estaban los dos, un hombre desaliñado y herido, un niño sucio y enfermo.

Y sin embargos, cuanto amor sentían por el hombre, que crueles los dioses, que injustos lo elementos, tanto ansiaban que Lan WangJi fuera feliz, que una broma siniestra le había dado el amor en un sitio corrupto, amar a Wei WuXian solo le traía dolor. Nadie en la secta había amado nunca una segunda vez.

-          Hermano

Su hermano mayor lo miro asustado, el dolor parecía tan pesado.

-          Se bien quien es el padre, se muy bien quien es la madre de esa criatura -  Lan QiRen no tenia hijos, su hijo y esposa murieron muy pronto, aun así los elementos, los dioses, le dieron dos hijos. No perdería a su sobrino solo por no entender su sentir.

-          Nos iremos entonces

Lan WangJi apenas se puso en pie, se veía que cada movimiento era terriblemente doloroso.

-          Eres tú. 

Su tío dio un paso, Lan QiRen no era cariñoso, nunca fue suave, tenia claro su sentido de lo correcto y lo incorrecto, tomo al niño en sus manos y miro a su sobrino.

-          WangJi no te vayas, tu hijo necesita a su familia, lo cuidare, lo aceptare, abriré mi corazón para él, no te vayas

-          Tío – Lan Xichen se sorprendió, los ancianos hablaron con serenidad

-          Muy mal tener hijos sin haberse casado joven maestro Lan, el niño debe ser criado bajo nuestras reglas y costumbres, que le diremos cuando pregunte por su madre

-          Muerta – Lan WangJi respondió, el dolor era tan uniforme en su rostro que costaba verlo y no ser contagiado

-          Que buena mujer era ella – dijo uno

-          Que buena cultivadora fue – dijo otro

-          Que hermosa y gran medico fue Wen Quing, no, Lan Qing, aunque su nombre nunca será dicho en voz alta

Ellos hablaban de ella, de la madre del pequeño, pero al escucharlos, Lan WangJi sentía que hablaban de él, mientras su corazón echo girones se estremecía, lo recordaba. Que gran cultivador era, que hermoso era, que grande hubiera sido y que mierda que todo lo que quería era vivir con su esposa y su hijo.

Recluido, el dolor subió por sus piernas. Y no era físico, no era por los azotes o el viaje, era un dolor personal, no se compartía con nadie, ni una sola alma podría sentirlo. El amor de su vida, su único amor y no lo dijo nunca. Lan WangJi se quedo en el suelo. Contando para sí mismo todas las veces que dijo "no" contando en silencio, cuantas horas se negó a si mismo, cuantas cacerías quedaron en el nunca... ¿Qué Valia haber sido correcto? No Valia nada. Lo cambiaria todo porque él viviera, porque Wei WuXian le ensañara a cazar gallinas a su hijo, por tan solo cazar a su lado en una sola noche y poder morir. Viviría una vida miserable. Nunca amaría otra vez, nunca seria feliz, siempre sentiría la ausencia, siempre sentiría el sabor amargo de las palabras que no dijo. La canción que compartieron, la noche que pasaron juntos, cuando sintió que era correspondido, aquella noche en la cueva antes de la guerra, cuando tenía oportunidad, lo entregaría todo por volver ahí, por decirle que la canción era suya, de ambos, su único amor, las lágrimas caen, Wei WuXian camina por su habitación en silencio y sin mirarlo, no es real, no es su alma, no esta ahí. Y si estuviera... ¿Qué diría?






                                                                                                                   ... Lan Zhan... vamos a jugar

LAGRIMAS DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora