El Envenenador

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El envenenador que atrapo una grulla



Meng Yang tenía catorce años la primera vez que vio a su inmortal y diecisiete la ultima vez que lo vio.

Meng Yang tenia los ojos rojos, motivo por el cual la gente de su aldea lo había expulsado, como no sabia que hacer con su propia vida y se sentia abandonado por todos, algunos dias trabajaba cargando bolsas en el mercado y otros dias robaba en el camino, un dia que robo una bolsa de dinero, otra mano atrapo su muñeca, se asusto cuando levanto los ojos, el hombre era muy alto, con un rostro muy frio y vestido de luto.

Lo que lo sorprendió aun mas, fue que el hombre lo llevo a comer y le pregunto por los sucesos recientes de la aldea, el hombre hablaba poco pero Meng Yang llevaba tanto tiempo sin hablar con alguien que hablo sin parar, le conto como era la aldea, le conto sobre la granja en la que vivía un medico milagroso, sobre sus dias en la horfandad y sobre sus sueños. Hablo tanto que le quedo la boca seca, luego pasaría varios dias sin entender porque ese hombre se quedo escuchándolo y le dio de comer.

Pasaron unos meses y el hombre volvió, era como un inmortal con un halo dorado, solo abrió la puerta del carruaje y Meng Yang se subió, lo llevo a vivir a una posada donde le dieron una habitación propia, su trabajo era bastante sencillo, solo tenia que esperar a que el hombre volviera y contarle tonterías, a veces su inmortal venia herido y Meng Yang le cubría las heridas von hierbas y aceites, otras veces dejaba oro en la posada y sus dias eran cómodos.

No mucho después alguien llego a la posada preguntando por él, la dueña le dijo que tuviera cuidado y Meng Yang solo respondió algunas preguntas amablemente.

Si, tenia diecisiete años, No, no tenia cultivo, Si, le gustaba tocar la flauta, No, no sabia nada de espadas, Si, su benefactor solía pasar por ahí, No, nunca sabían cuando vendría.

El hombre un dia le dijo que Meng Yang estaba agradecido, lo dijo mientras ataba un lazo rojo en su cabello negro y lo besaba suavemente en la frente, Meng Yang estaba sentado en su regazo y le pidió que lo llevara con él. Ya no quería esperarlo, pero el hombre le pidió perdón porque cada vez que veía sus ojos rojos y tocaba su cabello negro, siempre pensaba en alguien mas.

Meng Yang toco las notas de la melodía que el hombre solía tocar, lo escucho que iría a buscar una montaña donde vivía una dama demonio. El hombre le dijo que no volvería y Meng Yang no lloro, porque habia sido muy feliz, solo ato unas bolas de arroz para el hombre y lo vio marcharse. Solo que esa noche alguien toco su puerta, la gente que pasaba a esa hora decia que también vestia de blanco y tenia una sombrilla que cubría su rostro, el pelo largo y negro y un bordado de nubes en su faja.

Pensaron que era el cultivador viajero que habia regresado a buscar al chico, pero al dia siguiente la dueña de la posada grito, el chico estaba muerto y la flauta que solía tocar partida a la mitad.

― ¿Recuerda algo mas?

― Poca cosa, el chico y aquel cultivador solo se veían dos o tres veces al año, no venia mas seguido que eso y gran parte de la noche escuchábamos la flauta, sus notas. No puedo saber si era su amante o solo un niño que recogió. Pero sé que él no lo mato.

― El bordado...

― Si, pero antes de eso, como dos meses antes vinieron a verlo, me pareció que ese hombre se parecia mucho al cultivador, unas siete partes iguales, pero sonreía y era muy educado en sus modales, vino acompañado de otro, un hombre mas bajo, hablaron con el chico y se fueron. No me parecia sospechoso, luego alguien dijo que el cultivador no era un nómada, aquí es bastante lejos, ni siquiera hay una secta cerca.

LAGRIMAS DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora