LAGRIMAS DE LUNA

Lágrimas de luna

Wen Ning recoge el cuerpo, es tan delicado en ese momento mientras lo levanta sin que el cabello de su frente caiga, los ojos qué observan, observan y no dejan de mirar. Algo está mal.

Recuerda una vez cuando las cosas también estuvieron mal, lo sintió en el camino, era un camino tan despejado que parecía extraño, y entonces pensó en decirlo pero no dijo nada, no quería molestar. Ahora decide que lo mejor es decírselo a Maestro Wei, él sabrá comprenderlo mejor. Porque este cuerpo no ha llegado solo y Wen todavía podría atrapar al hombre que lo trajo, todos dejan un rastro.

El libro está en su ropa, es un libro muy curioso, no hay nada escrito, Wen Ning lo abrió pero ahí no hay ninguna palabra, solo el maestro Wei puede leerlo, aprendió a leerlo cuando Wen Chao lo arrojo al túmulo funerario y Wen Ning siempre se ha preguntado si el maestro Wei que tanto quería no murió ese día.

Que maravilloso era el Maestro Wei, y era tan amable, siempre sonreía de aquella manera y Wen Ning soñaba con que se casara con su hermana pero ella eligió al equivocado, y el equivocado la hecho a la calle. Wen Ning todavía lo recuerda, cuando ella fue a buscarlo porque le había hecho una promesa, cuando el líder Jiang la golpeo echándola, como un perro que molesta con su sucia presencia, porque ella ya no le servía de nada, la Poderosa Secta Wen había caído y aunque ella le arranco el núcleo al Maestro Wei para salvarlo, él solo la echo como a un perro callejero y Wen Ning lo odio y se juró que algún día, el líder Jiang pagaría. Pero el maestro Wei estaría triste si lo desmembrara, y el maestro Wei ya ha sufrido mucho. Wen Ning piensa que de todos modos el maestro Wei parece estarse muriendo, después de guardarlo ira por el líder Jiang, le arrancara la lengua que le mintió a su hermana, le arrancara las manos que la golpearon y le arrancara las piernas que nunca fueron tras de ella. El maestro Wei le pregunto qué haría después, y ahora sabe lo que debe hacer.

Deja el cuerpo en el suelo y el maestro Wei lo acaricia suavemente, para Wen Ning ese niño no significa nada, pero siempre ha sido así, el maestro Wei se preocupaba incluso por él, y si él no hubiera matado al esposo de la doncella Jiang... pero ya no puede cambiarlo.

― ¿Por qué? - el maestro toca la herida en su cabeza, debió doler.

Entonces Wen Ning la mira a ella, que camina con un rostro que no envejece pero con la mirada sin ningún brillo, primero mira los pies del chico, y luego termina de comprenderlo, entonces comienza a gritar.

Wen Ning la observa, mientras se arranca los cabellos de rodillas y se pregunta si no debería obligarla a callarse, porque fue ella, la que rasgo el núcleo dorado del joven maestro Jin, pero también piensa en el joven maestro Lan, en cómo sus ojos, tan parecidos a los de su hermana siempre estaban mirando al joven maestro Jin, Wen Ning se sintió muy triste cuando lo noto, porque era como ver a su hermana otra vez enamorada del líder Jiang.

Enamorado.

Ah, eso era, lo que pasaba con el joven maestro Lan, le gustaba verlo a la distancia pero ahora se pondrá triste, todos siempre se ponen tristes

― ¡No lo toques! – Wen Ning recoge el cuerpo y lo aleja mientras ella grita una y otra vez que es su hijo, pero el maestro Wei no quiere que lo toque. - ¡No te atrevas a tocarlo!

El maestro Wei la sujeta y la arroja lejos de él, los ojos qué observan merodean sobre ella, lo que hizo ya está hecho, incluso si la despedazaran en esta vida, la siguiente llegara y nadie escapa de un oficial infernal.

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Jin GuangYao bebe su te mientras espera, al menos ahora, que no tiene a donde ir ni motivo para quedarse, le bastara con llevarse a su madre, recuerda que una vez le prometió que la llevaría con él, no era una promesa vacía, realmente quería sacarla de ese lugar, llevarla a una pequeña casa con flores en un poblado lejano donde nadie la conociera, donde nadie volviera a humillarla, pero el antiguo líder Jin no se lo permitió.