Capítulo 16

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Emmelie

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Emmelie

Dos años antes

A veces, me impresionaba como los segundos se convertían en minutos, luego en horas y finalmente días, meses o años. Sabía que el tiempo solo era una medida para poder guiarnos, aunque realmente el tiempo no existía. Era algo que el ser humano había inventado para no sentirse perdido, para no sentir que había algo más allá de nuestra comprensión.

Aun así, no me gustaba nada que el día hubiera pasado tan rápido. Y no me arrepentía de haber dejado colgada a mi hermana, por mucho cargo de consciencia que me diera. Y tampoco me importaba que mamá se hubiera enfadado conmigo por salir con un chico todo el día y no decirle a dónde iría.

No sabía a qué se debía mi felicidad realmente, pero podía decir que Carlos tenía que ver con ello. Al menos un poco.

Era divertido estar con él. Era completamente diferente a cuando estudiábamos en su casa porque pasaba todo el tiempo en tensión. Y mucho mejor que cuando estábamos en clases porque apenas lo veía en física y la mayoría de veces me ignoraba. En cambio, aquí en su auto, mientras conducía hacia nuestro destino desconocido (para mí) sonreía naturalmente y era bastante bromista. Me gustaba mucho este lado de él.

—Ya vuelvo —dijo de repente mientras aparcaba en la orilla de la carretera y se desabrochaba el cinturón para salir.

—Voy contigo —respondí y procedí a deshacerme del incómodo cinturón de seguridad para seguirle.

—No, tú no vienes —se mordió el labio, viéndome a los ojos.

—¿Por qué no voy?

Fruncí el ceño. Él no me podía prohibir nada.

—Porque no.

—Esa no es una respuesta —protesté, pero él no me hizo más caso y agarró las llaves del coche para salir a la velocidad de un rayo. Cuando estuvo fuera, puso seguro por lo que yo no podía salir. Intenté inútilmente abrir la puerta.

Argh. No podía creer que de verdad me había dejado encerrada. ¡En el auto! ¡Sin poder bajar la ventanilla para tomar aire! Quien sabe cuanto tiempo tardaría. ¿Y si tardaba horas? ¡Me iba a ahogar!

«Oh, por favor, Emmelie. No seas dramática, no te vas a morir.»

Me entretuve mirando el móvil y respondiendo algunos mensajes de mi madre sobreprotectora, intentando convencerla de que estaba bien y que no me había pasado nada.

Cinco minutos exactos después, Carlos regresó. Ni siquiera me volteé para mirarlo. Seguía enfadada. Generalmente no me importaba que me ignorara o respondiera mal, pero no me gustó nada que me hubiera encerrado en el coche.

—¿Segura que quieres seguir enfadada conmigo?

No respondí. No quería estar enfadada, pero él no podía tratarme así.

Somos tú y yo | 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora