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-Definitivamente tienes cara de haberte enterado que morirás mañana. 

-No sé qué quieres que te diga. - suelto con un humor de perros.

-Podrías empezar por contarme qué ha pasado. Somos amigos ¿Lo recuerdas? - comenta con tono amigable.

Tomo asiento en la silla de su escritorio y él se acerca al borde de su cama para hacer lo mismo y así quedarnos frente a frente a una distancia adecuada. Aún puedo notar como su largo cabello está desprolijo y sus ojos marrones hoy llevan un brillo particular al de la semana pasada. Hoy parece verse bien, y más aún con esos pantalones de jeans sueltos, su camiseta gris y sus botitas Converse negras. Aprovechar un buen día cuando tienes una enfermedad terminal es una de las primera reglas que debes llevar a cabo, y no creo que arruinarle la noche con mis problemas sea buena idea.

En cambio yo, me veo del carajo.

-Nada, olvídalo. -bajo la vista a mis pies.

-Vamos, cuéntame. Estoy aburrido la mayor parte del tiempo y lo único interesante de este lugar son los chismes de las enfermeras.- se me escapa una sonrisa. -¿Qué tienes tú para contarme? 

-Bueno...la cosa no es sencilla. - me rindo y dirijo mi vista a la suya. Se nota que me está poniendo atención así que sigo contando. - ¿Entiendes lo que son problemas de amor? No quiero aburrirte con una historia tonta. 

-¿Crees que un adolescente con fibrosis quística no puede tener novia o que YO no puede tener novia?- mis mejillas se enrojecen y mis ojos se abren como dos monedas gigantes por su pregunta.

-Emmm...yo-yo no quise decir que-que alguien con cáncer no pueda te-tener u-una relación amoro...

-¿Estas diciendo que no soy atractivo?- su semblante está serio y tiene una de sus cejas levantadas.

-No no no. Tú-tú eres li-lindo, quiero decir, que eres un buen partido, o sea...

Su rostro estalla en risas. Yo me quedo perpleja ante esta situación incomoda.

-Estoy bromeando. 

-Qué gracioso. - pongo los ojos en blanco.

-Ya, cuéntame el chisme. 

Acuesto mi espalda en el respaldar de la silla preparándome para evitar lo más posible llorar en frente de él. Le cuento toda la historia desde el principio hasta el final. Sus reacciones no fueron más que miradas serias y ganas de agarrar a trompadas a mi ex novio. Eso al principio me gustó, pero como soy toda una sentimental le dije que no hacía falta; el karma algún día le llegará.

-Lo estoy procesando a mi manera y voy bastante bien por haber sucedido hace apenas un par de días. Hay momentos en los que simplemente es un desconocido para mí, pero hay otros en los que lloro un poco por todo los buenos momentos que echó a perder. - y este es uno de esos dolorosos por culpa de la lágrima que cae por mi mejilla detrás de otra.

Nos quedamos unos minutos en silencio. En realidad fueron un par, pero yo los sentí como si fueran 60. Estaba esperando a que dijera algo más al respecto, algún abrazo o un pañuelo para limpiar mis mocos.

-Ya sé lo que necesitas. - acto seguido se pone de pie y se retira de la habitación dejando la puerta semi abierta.

Los mocos que me estaba aspirando por no tener pañuelos descartables a mano, se quedaron a mitad de camino por la extraña escena.

-Si quisiera estar sola sin que me molesten, me hubiese ido a casa. No hacía falta que me dejes así. - suelto con enojo para mi sola a la vez que hago un intento por ponerme de pie y salir aquí. Pero enseguida soy interrumpida cuando Adrien aparece en el umbral de la puerta con una bolsa de plástico colgando en sus manos.

Las Estrellas Como TestigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora