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(Diana)

Mi pierna no para de subir y bajar por la ansiedad. Es de mañana, la nieve cubre todo el exterior, pero no cae desde el cielo. Hoy ha decidido poner un stop por el momento.

Una bocina de un auto me indica que Adrien ya está aquí. Al salir, cierro la casa con llaves ya que mi madre salió más temprano por su vuelo. Saludo al abuelo Wilson que se bajó a recibirme y a tomar mi maleta para ponerla en el maletero. Al entrar en la parte trasera del auto, no puedo evitar sonreír al verlo.


-Buenos días. -le deposito un beso en la mejilla. Me saco los guantes y la bufanda ya que hay calefacción en el auto.


-Buenos días, preciosa. ¿Lista? -toma mi mano en la suya.


-Lista.


Así emprendimos un viaje maravilloso. Las vistas no se quedaban atrás. Los campos blancos por los enormes mantos de nieve, las arboledas, y algunos animales a la vista, hacen que todo sea muy interesante. Adrien aprovecha para dormir, desde que salimos lo he notado un poco tenso. Le he dicho que durmiera un poco, y como se apoyó en mi hombro, se durmió.

Luego de dejar la ciudad atrás desde hace un par de horas, el abuelo Wilson va deteniendo la marcha del coche. Mi atención aumenta al igual que mi curiosidad. Me enderezo más para apreciar las vistas. Una entrada nos recibe, las tranqueras de madera se encuentran abiertas así que seguimos avanzando con marcha lenta.

Algunos metros más adelante, una casa se encuentra iluminada.

Lentamente muevo el cuerpo de Adrien.


-Oye....-susurro -creo que hemos llegado.


Él de a poco va abriendo los ojos mientras se incorpora. Pasa su vista de la mía hacia la ventanilla del frente.


-Sí -se aferra más a mi mano -, hemos llegado.


Al bajar, tomo mi maleta y nos adentramos hacia la construcción con estilo colonial. No es grande como mi casa, es mucho más pequeña, más acogedora, más cómoda. Me encanta. Al entrar, una chimenea con fuego nos recibe cálidamente. El interior está decorado por algunos muebles de algarrobo, un gran árbol de navidad a un costado, y un par de sillones frente al gran ventanal que da con el frente de la casa y un gran paisaje. Luego está la cocina como cualquier otra junto a un comedor con una mesa super larga.


-Bienvenida a este humilde y acogedor hogar. No es mucho, pero siempre tendrás las puertas abiertas de esta casa.


-Es perfecto. -sonrío sin dejar de observar la casa.


-¿Puedes llevar a Diana a la habitación de invitados? Yo iré preparando algunas cosas.


-Claro.- responde Adrien.


Me hace una seña para que lo siga. Nos topamos con una pequeña escalera de madera que lleva al segundo piso que cuenta con dos habitaciones y un baño. En el primer piso, se encuentran otras dos habitaciones y otro baño.

Las Estrellas Como TestigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora