(Diana)
El atardecer se ve precioso desde aquí arriba. Adrien se encuentra tirado a mi lado sobre las mantas que estiramos en el piso. El suelo sigue siendo fresco y duro, pero mejor esto que nada.
-Dime ¿De qué querías hablar?
-En realidad no quería hablar. Fue una excusa para que me acompañaras a ver esto.
-No tenías que excusarte, hubiese venido igual si me lo pedías.
Pasamos unos minutos más recostados en silencio observando como el color anaranjado se va tiñendo con el azul de la noche en el cielo. Poco a poco empiezan a salir las estrellas.
-En realidad, si hay algo de lo que quiero hablar.
-Te escucho.
Dudo en si decirlo o no, pero al final termino cediendo.
-Hoy es un día especial.
-¿Por qué?
-Hoy es el cumpleaños de mi mejor amiga. -largo con un suspiro. Él me sigue escuchando atento y con la vista en el cielo. -Me hubiese gustado volver a verla. Su sonrisa, sus abrazos, sus gestos tontos que hacía para hacerme reír. Extraño todo de ella.
-¿Y por qué no la has vuelto a ver?
-Por qué sigo viva.
-Lo siento. -se disculpa con pena.
-Falleció hace 10 años. Y todo por mi culpa. -Siento como un gran peso sale de mi nuevamente. Así se sintió la vez que se lo conté a Jane. -Desde que era pequeña, mis padres me llevaban a un campamento de verano todos los años. Allí conocí a Maddie. Con el tiempo nos fuimos convirtiendo en mejores amigas al punto de sentirnos como hermanas.
<<Recuerdo perfectamente que ese año ella estaba muy deprimida porque al finalizar el verano se mudaría a otro país por el trabajo de su padre. Ese es el tipo de noticia de la que te alegras de recibir, pero Maddie no lo estaba.
Esa noche decidí hacer una despedida únicamente para nosotras dos. En medio de la oscuridad la desperté y la guie a la cocina del campamento. Había visto que el día anterior habían llevado pasteles para celebrar el último día del campamento, y pensé en comer una rebanada con mi mejor amiga. A ella le encantaba lo dulce.
Había tres clases de pasteles, Maddie quería comer el de limón, pero le sugerí que el que estaba bañado en chocolate era más apetecible. Minutos más tarde ya estábamos cortando dos generosas rebanadas del pastel de chocolate. Luego de un momento, la garganta me empezó a picar y le dije que iba a buscar algo de refresco en la parte trasera de la cocina. Antes de irme, la noté algo colorada, pero lo ignoré porque pensé que sería a causa del sofocante calor que hacía a pesar de ser de noche. Cuando volví a su encuentro, sentí por primera vez como mi corazón se paralizaba.
Maddie estaba plasmada en las tablas del piso con sus manos alrededor del cuello. Su rostro estaba completamente fuera de su color normal, y sus ojos se tiraban de a poco hacia atrás.
Estaba luchando por respirar.
Yo estaba tan aterrorizada que no me percaté del tiempo que me quedé paralizada. Cuando reaccioné, salí a las afueras y empecé a gritar por ayuda. Inmediatamente vinieron los tutores a auxiliarnos, y mientras les explicaba que habíamos hecho, ellos me pidieron que vaya en busca de la epinefrina que tenía siempre en su bolso.
Puse la cabaña patas arriba para encontrar ese maldito medicamento. No podía pensar correctamente con la cara llena de lágrimas y con el pulso a mil por la desesperación.
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Las Estrellas Como Testigos
RomanceSupongo que el amor de nuestras vidas aparece de la manera menos pensada y se va de la manera más dolorosa posible. Si no duele tanto, es por qué no fue tan importante como creíamos. Mi única obsesión era aprender a salvar vidas. Pero desde el día e...