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(Diana)


El desayuno está repleto de galletas recién horneadas por Ana, algunos chocolates calientes humeando en la mesa, y nieve cayendo desde el otro lado de la ventana.


-¿Cómo has dormido, Diana? -pregunta el abuelo Wilson antes de llevarse una galleta a la boca y saborear el su gusto.


-Como un ángel. -respondo.


Adrien está sentado a mi lado apagando su apetito con varias galletas en su plato.


-Luego del desayuno iremos a ver el desfile de navidad al pueblo. Podemos ir todo y obsérvalo desde el auto. ¿Qué dicen? -sugiere la madre de Adrien.


Él sigue comiendo como si nada. Volteo mi vista para ver si opina igual que yo, pero no obtengo respuesta alguna.


-Nos quedaremos aquí calentitos con la chimenea encendida. Disfrútenlo ustedes, luego me cuentan que tal. - no lo dejaré aquí solo por un desfile de navidad. De seguro que lo iremos a ver el año próximo.


-Está bien. Por si cambian de opinión, nosotros iremos con mi auto y dejaremos el del abuelo. Adrien sabe donde queda el pueblo.


Asiento.

Seguimos con el desayuno hasta que la madre de Adrien y el abuelo Wilson se marchan hacia el desfile. Yo acomodo un poco la cocina mientras él lava las tazas. Para cuando terminamos, me acomodo en el mismo sillón de anoche.


-¿Quieres ver una película? -sugiero.


Adrien aparece en mi campo visual con un camperon negro super abrigado, su oxígeno puesto y una bufanda en su cuello.


-Abrígate que ya nos vamos.


Atónita ante aquella escena, hago lo que me pide abrigándome completamente con un gran signo de interrogación en mi rostro. Toma las llave del auto, cierra la puerta con seguro, y nos adentramos al interior del auto del abuelo Wilson.


-No tenía idea de que sabes manejar. -comento en el asiento del copiloto mientras Adrien da vuelta el coche para salir por el camino de entrada.


Cuando pasamos la tranquera, habla.


-Hay varias cosas que no sabes de mí, pero no te preocupes. Hoy te las diré a todas.


El viaje fue puro silencio. Luego de un rato, el auto se va deteniendo frente a un blanco. Árboles sin hojas se encuentran alrededor de lo que parece ser un lago congelado con un pequeño muelle suspendido entre el hielo.

Siento un alivio al darme cuenta de que este era el reflejo que había visto desde la ventana de la habitación de invitados en la casa.


-¿Dónde estamos? -pregunto sin despegar la vista del lago.


-Este es el lugar más importante de mi vida. Y el más bello cuando llega la primavera. Los árboles se tiñen de rosa, sus hojas decoran el agua con sus peces en el fondo, y el atardecer es lo más perfecto sentado desde ese muelle. - él tampoco desvía su vista del frente.

Las Estrellas Como TestigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora