EPÍLOGO

54 10 0
                                    

Se suponía que estaban las estrellas como testigos de nuestro comienzo, no de nuestro final también. Se suponía que yo iba a morir, no tu. Tenías una maravillosa vida por delante, pero se te fue arrebatada por la culpa de sentir algo tan fuerte como el amor. Tal vez si no hubieras estado tan locamente enamorada de mí, te hubieses ido más temprano a casa.

Me recomendaron escribir porque dicen que es una excelente manera de tallar los sentimientos y momentos que hemos vivido. Así que una tarde tomé un lápiz junto a un papel, y no pude detenerme más.

Podría haber escrito mi autobiografía de cómo un chico llamado Adrien Wilson se curó del cáncer. O la historia de mi vida como paciente y esclavo de una enfermedad que se creía que no tenía cura, hasta que llegaron unos médicos salvadores y lo cambiaron todo. Pero, en vez de todo eso, decidí escribir sobre nuestra historia.

En mi libro hablo de cómo el amor puede ser un arma de doble filo, de cómo puede salvarte y matarte a la vez. De como entrega, pero también quita.

Una vez, en una firma de libros me han preguntado qué fue lo más difícil a la hora de escribir el libro. Yo les dije que era el final, pero mentí. Porque siempre será ver como mis lectores pueden revivir nuestra historia las veces que quieran volviendo las páginas atrás, mientras que a mí solo me queda conformarme con vagos recuerdos tuyos.

En estos días me he dado cuenta de que los escritores no se han equivocado al decir que el tiempo pone todo en su lugar. Tu llegaste a mi mundo en el momento perfecto, y así como también te me arrebataron de mis brazos, puede que el tiempo nos vuelva a ubicar juntos otra vez en una ocasión mucho mejor y más permanente.

Cada vez que miro el cielo, me gusta pensar que estás allí mirando nuestra vida juntos una y otra vez como un video. Luego imagino cómo podría haber seguido nuestra vida si las cosas hubieran pasado diferentes. Y termino llegando a la misma conclusión una y otra vez: Si existe un paraíso, tu de seguro eres la Diosa de aquel lugar. Porque ángel ya lo eras aquí en la tierra. Mi ángel de la guarda, mi amor verdadero, mi única razón para seguir adelante.

Si hay más vidas después de esta, ten por seguro que te buscaré en cada una de ellas y no me cansaré de decirte lo mucho que te amo, Diana.

Por siempre lo haré.

Siempre te llevaré conmigo. No importa si pasan meses, años, o una maldita vida entera. Aprenderé de a poco a soltarte, pero jamás me permitiría olvidarte. Eres como una ola que llega a la costa, a veces tan fuerte para llevar todo a su paso y arrastrarlo al fondo, y otras tan débil que solo se convierte en una suave caricia. De a poco te irás convirtiendo en esa caricia sin arrastrarme al fondo del sufrimiento con tu muerte en aquel accidente,

Me duele decirlo tanto como aceptarlo. Sin embargo, todos nuestros besos, caricias, palabras, gestos, momentos, recuerdos, se terminarán resumiendo en un polvo escondido dentro de una pequeña caja en algún lugar de mi ser. Por que esto es así. La puta vida te obliga a seguir adelante, a progresar. ¿Cómo te explico lo complicado que es hacer eso cuando tu te llevaste contigo una gran parte de mi? ¿Cómo se sigue adelante estando a medias?

Aún no puedo aceptar la realidad. No puedo estar viendo una maldita lápida con tu nombre desde hace 2 años. No tiene sentido que mis pulmones estén sanos y que tú no estés aquí a mi lado. Cuando me enteré unos días después, ya que el paro cardíaco que recibí me dejó inconsciente, no lo creí. Había pensado que era una pésima broma hasta que llegué aquí, al cementerio. A tu descanso.

Ha pasado mucho tiempo desde que fui al lago por última vez. No me atrevo a volver porque temo que la promesa que te hice de llevarte en primavera, me atormente. Yo te hice una maldita promesa a sabiendas de que las promesas fueron principalmente hechas para romperse en vez de cumplirse.

Solo me resta decir que siempre me tendrás, Diana. Siempre me has tenido, desde ese preciso momento en que te ayude en el hospital con el anciano demente, hasta el último segundo de la existencia de las estrellas.

Y si alguna noche me extrañas, voltea a ver las estrellas porque ellas están como testigo de todo lo maravilloso que pudimos crear juntos. Yo las estaré viendo desde aquí abajo a la espera de nuestro reencuentro en el paraíso o en otra vida mucho mejor. 

Las Estrellas Como TestigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora