» Cuento de Amor - 2 «

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Siempre nos encontrarán”

El bosque se volvía oscuro, los árboles tenían su propia voz avisando que la noche se avecinaba, los niños fueron a la cabaña donde prendieron un par de velas para alumbrar el lugar, una en la habitación de sus padres, aquellos casi ancianos que estaban recostados en los ahora nuevos colchones.

—¿Cómodos?

—Gracias...Amelia. Sino fuera por ti aun estaríamos enfermos. - agradeció el mayor -

La mujer de cabello menta sonrió a su hija con alegría, sabía que era lo que necesitaba pues últimamente su primogénita triste se veía. El hombre a su lado se sienta apoyando su peso en los brazos y toma las manos de la chica, quien aún tenía su cabello corto.

—Fuiste muy valiente por nosotros, fue arriesgado.

—Lo sé padre, ten por seguro que ya no estaré en el castillo.

La tristeza se veía y sus ojos ámbar lo reflejaban a menudo desde que se había ido de aquel lugar. La extrañaba mucho, extrañaba protegerla.

—¿Era linda? - preguntó su madre -

—¿Quién?

—La princesa, tus cartas lo reflejaban, estás enamorada de ella.

Levantó sus cejas con sorpresa, no esperaba que dijera eso, su padre también le sonreía en vez de fruncir el ceño.

—¿Les molesta? - preguntó por lo bajo -

—Mi niña, claro que no - sonrió maternal -

La chica no lo aguantó más, abrazó con euforia a sus padres quienes no negaron la cercanía, la envolvieron con su brazos dándole una cálida protección.

—¡Ami!

—¡Ami!

Exclamaron los hermanos corriendo al interior de la habitación, uno seguido del otro, se aferraron a la cintura de su hermana jaloneandola de un lado a otro.

—Dejad a su hermana - pidió sereno -

—¡Hay una mujer afuera y trae capucha! - avisó el menor -

Se inmediato Amelia se levantó, tomando una vieja espada en su camino hacia la salida, apretujó el mango del arma y pidió que la contraria se identificara.

—Lucía - musitó -

La contraria asiente mientras extiende un sobre con un sello rojo en medio.

—Muchas gracias...Ana.

Realiza una reverencia antes de irse por el lugar de donde vino, teniendo cuidado de las ramas que había en el camino.

En las cercanías de los muros del pueblo, la oscuridad y el frío invadía cada rincón de sus cuerpos mientras corrían con emoción hacia los adentros del bosque.

Jaja esto es divertido.

—Ya casi llegamos, dejame llevarte.

—No creo que sea necesario - soltó una risilla -
Sin previo aviso la princesa fue levantada como tal, sujetándose del cuello de su amante mientras que ella sujetaba sus piernas.

—¿Llevarme en tu espalda? Que original - sonrió con sorna -

Jeje sujetate bien princesa.

Almas enlazadas - Lumity AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora