Los Secretos de las Fauces

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Injusto, injustificado, inmerecido. El limitado vocabulario del niño le impedía poder sacar toda la maraña de sentimientos que se atoraron en su garganta y pecho. Hacía poco estaba teniendo de los mejores momentos en su vida y ahora estaba en uno de los peores, en una sala de no menos de dos por un metro de alto y ancho respectivamente, con una lámpara colgando desde el techo y al rededor de tuberías oxidadas y poco mantenidas con el paso del tiempo, ahora tenía sentido que las tuberías de los baños fallaran tan frecuentemente. La habitación parecía no tener si quiera propósito más allá del castigo, con esas cosas sobre su cabeza y el tan poco espacio que había, considerando que ya había un armario para la limpieza y que la caldera de la escuela yacía en una zona inaccesible para los niños, era como si ese cuarto existiera solo para atormentarlo.

Su cuerpo todavía dolía por es estrepitoso golpe que se dio al caer del tejado de la escuela pero ya se sentía un poco mejor, incluso a su pesar de la posición tan incomoda en la que se encontraba, con una pequeña silla de madera que le quedaba alta para sus pies y sin una reposadera ahí, solo podía encorvarse para amortiguar el cansancio. Por lo menos en dirección el director se ofreció a aliviar ciertas heridas y cortadas que tenía, pero el alcohol ardía como ácido para Seven y todavía se quedó con la sensación en su cuerpo hasta tiempo después, pero el ya sabía y conocía bien de antes esa experiencia, pues no era la primera vez que se hacía daño él solo, que le hacían daño o que le regañaran.

Él solo buscaba redención, una forma de compensar su conducta y en parte lo consiguió, en especial porque a sus amigos realmente no les molestaba, pero lo pagó con moretones, sudor y sangre. Aún tenía grabada la mirada de los tres desde arriba, luciendo como seres distintos a él desde su posición; él confiaba entonces que de alguna manera pudieran haber huido de ahí y que no los hubieran atrapado, sentía que había hecho lo correcto pues ninguno de ellos se hubiera merecido lo que él estaba sufriendo, aunque a decir verdad, no sabía y no quería saber que tan diferentes hubieran sido las cosas si la maestra, en vez de solo a él, los hubiera atrapado a los cuatro con las manos en la masa. Su mirada completamente desquiciada, furiosa y desalmada estaba en su visión e hizo un esfuerzo por olvidarla, pues ¿Qué más podía hacer en ese sitio más que esperar, soñar y pensar?

Odiaba esa sensación, la impotencia que sentía cuando veía a alguien y no podía hacerle cara porque su estúpido cuerpo no podía reaccionar, se paralizaba, sus dedos temblaban cuando quería alejar a los demás y sus rodillas flaqueaban cuando quería huir de cualquier situación. Él no era un luchador, era un escapista, pero lo malo de ser un escapista es que, una vez se dan cuenta que no sabes hacer nada más, te seguirán buscando, una y otra vez hasta que ya no puedas más.

Seven sintió su estancia en la dirección eterna, solo una discusión de dos adultos que no sabían que hacer con el niño. La expulsión no era una alternativa pues fue un accidente, pero se sabía que Seven tenía fama de escaparse de clases, así como de un déficit de atención que, si no es supervisado por un adulto, fácilmente terminaría en la calle por olvidar sus responsabilidades, pero al niño no le molestaba, al contrario, lo anhelaba, un escape de todos los regaños y las personas que solo le usaban de saco de boxeo, ya sean los niños que lo ven como un blanco potencial escuálido y debilucho o los adultos que, insatisfechos con sus vidas, reflejan una imagen monstruosa al pequeño niño que, incapaz de comprender las acciones de ellos, corre el peligro de replicarlas al no saber de que otra manera tratar a la gente.

Se podría decir que sus influencias no eran las más gratas, y si no era algo que le pudiera doler en su cuerpo, era algo que taladraba en su mente y crecía como un parásito, pues no es anormal que el niño se vea incapaz de realizar tareas simples escolares o laborales, sudando del temor a equivocarse en cada compra que, sin a ver venido a cuento de él, la Dama le había estado encargando. No es que no se le diera la oportunidad, es solo que no quería realizarla, y no es que no quiera por pereza, pues es que no se ve capaz de hacerlo y decide ignorarlo, olvidarlo, huir y escapar.

Little Nightmares School AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora