De tal palo...

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Mono caminaba en medio de la noche, esquivando a la gente y a los charcos del agua residual que se formaban, debido al deficiente sistema de alcantarillado. La bolsa de papel del chico estaba destrozada y dentro de poco ya no le serviría, por lo que se aferraba a la misma con cuidado para así poder llegar con calma a su hogar, encerrarse en su cuarto y prepararse para el día siguiente. A pesar de no estar ahí por mucho tiempo, ya era más de media noche y esto le iba a pasar factura mañana, no solo en la atención que pondría en la escuela si no en el horario de trabajo, el cual es necesario aclarar que ya habían algunos días libres que el niño se había dado y no se lo podía permitir.

A pesar de las pocas personas que vagaban con un rumbo fijo en la noche y que danzaban meciendo su peso de lado a lado en señal de aburrimiento, Mono era precavido con todos y procuraba pasar, mínimo, seis pies de distancia de ellos, pues su trabajo como repartidor de diarios le hizo leer algunas cosas que quizá un niño de su edad no debería de haber visto, pero sinceramente, un niño como él ha visto mucho y ni siquiera se puede decir si lo que vio fue lo que los demás han visto, o lo que los demás saben, era difícil de explicar y él lo sabía, solo pudiendo compartir sus experiencias con aquellos lúcidos que sabían de lo que estaba hablando. Para su fortuna, su hogar se localizaba fácil y no hacía falta de mayor luz que la de los faroles de las calles para guiarse hasta el centro de la ciudad, localizar la torre de señales y encaminarse con total seguridad a su llamado hogar.

Cuando realizó tal acción, divisó con alivio la ventana de su habitación, oscurecida a carencia de luz artificial, por lo que solo le faltó el ir a la entrada del edificio. Su hogar, si así se le puede llamar, constaba de un bloque departamental pequeño, no apartado del resto de edificios pero distinguiéndose por una sección de pasto, en su mayoría seco, que rompía con la monotonía en el cemento de la palidecida ciudad. De escasos cinco pisos, el habitaba el cuarto, sacó de su bolsillo la llave que abría la verja de hierro oxidado, escaló pasito a pasito por las escaleras, si él fuera más alto era seguro que daría pasos más largos para ahorrar distancia, pero ese no era su caso y esperaba algún día pegar el estirón de la inminente pubertad.

Cual fue su sorpresa al llegar que su entrada estaba abierta, mas no forzada, solo no la había cerrado en una señal para esperar al niño, además, alejaría a todo ladrón cuando se percatara no solo del estático ruido de la televisión de su sala, antigua y anticuada, que resonaba con fuerza hasta la escalera, si no por la luz monocromática que resplandecía, mostrando una silueta reconocible para muchos aunque mucho más familiar para él, la de su padre.

Mono se metió, en efecto, su papá estaba sentado en un sillón de cuero viejo que, debido a su altura, le quedaba como de niño pequeño. Mono se retiró la bolsa de papel y la arrugó, la tiró en el bote de la basura de su diminuta cocina y se retiró cruzando el pasillo hasta su habitación, que estaba abierta solo por un descuido, cuando escuchó la televisión apagarse. Mono supuso que su padre estaba dormido, pero supuso mal.

-Llegas tarde- dijo su padre, el locutor, con voz ronca, desgastada y cansada, al son que se levantaba de su ridículo trono y se acercó a su hijo, quien no se volteó a verlo.

-Lo siento, estaba ocupado- y abrió la puerta.

-Aguanta un momento- le detuvo el adulto, el niño obedeció -¿Qué estabas haciendo tan tarde?

-Yo...- Mono no podía mentir, así que hizo el esfuerzo de adornar la verdad -estaba con mis amigos, me... dijeron que habría una feria y queríamos ir.

-La feria cerró hace horas.

-Si, es que... no la encontramos y termínanos haciendo una fogata- no se puede negar que aquellas declaraciones eran de todo menos confiables, a pesar de decir la verdad, había muchos huecos en la historia y muchos detalles obviados que era fácil pensar que el niño estaba mintiendo, aunque la realidad fuera que Mono y el resto, en sus infantiles mentes, veían el mundo un poco más pequeño de la cantidad de posibilidades que pudieron tomar al momento.

Little Nightmares School AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora