Algo no anda Bien.

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Las cosas marchaban con relativa normalidad en la vida de los muchachos, aunque el proceso del cambio fue duro para muchos, trataron de tomarlo con normalidad y lo mejor que pudieron, empezando con Mono, quien sabía lo exasperante que podría ser un cambio de vida tan radical y en especial para los menores de edad. Él no lo recordaba muy bien, pero pasó por eso antes de llegar la ciudad que ha servido de escenografía en esta historia, por lo que pudo ayudar en medida de lo posible. Para su sorpresa, muchos niños nuevos vinieron del exterior que, según su padre, se trataba de un exasperante intento de traer vida y utilidad a la ciudad de algún modo, usando el turismo y el comercio; Mono no entendió muy bien esto, pero le sentía bien ver caras nuevas, veía de todo tipo y estaba asombrado de lo variados que podían ser cada uno, además de lo bizarra de sus situaciones, recuerda pues el momento en que vio llegar a una gran cantidad de infantes vestidos en pijamas de rayas y arrapos viejos, Mono no sabía muy bien para que era todo eso, pero las expresiones en sus rostros y su innata habilidad para reconocer los calvarios personales de a quienes les rodean le hicieron abstenerse de hacer cualquier pregunta, de todos modos para ellos él era el raro, pues ni siquiera así se había quitado el hábito de la bolsa de papel y su ritual diario cada que se levantaba temprano a repartir periódicos y a aprovecharse de la tienda en donde resguardaba su bicicleta para conseguir una bolsa nueva cada día; si tan solo hubiera una forma de hacerla resistente a todo, de seguro Mono la usaría.

Los pequeños de las fauces fueron visitando en grupos las nuevas instalaciones, tratando de que se familiarizaran con su nuevo entorno, era Seven quien tenía que llevarlos por la escuela y explicarles todo lo necesario para cuando fueran trasladados ahí, recibió un poco de ayuda de RG, ahora llamada por todos como Five tras su "bautizo" en la fogata, quien era más amable con los niños que Seven, aunque este no los mimaba tanto; era común entonces que la chica consolara las preocupaciones de los pequeños o evadiera las preguntas con sus frases como -No te preocupes, ya verás como te gustará este lugar- -Lo sentirás como tu hogar en poco tiempo-    -Serán amables contigo- solo para después ser recibidos por palabras, si bien no cínicas, bastante duras y realistas por parte de Seven -Será duro- decía -No todos serán amables con ustedes, tiene que aprender a relacionarse- -Los maestros no son como La Dama. En sí, Five era quien le daba tacto a las palabras de Seven y Seven era quien le daba el mensaje sin adornos ni embellecidas palabras, separados podían asustar o hacer desconfiar a los niños, pero juntos eran una muy poderosa fuerza de mensaje, quizá la ideal para las pequeñas mentes de los niños que recorrían los pasillos con las manos tomadas en una escena más que adorable para Five, a pesar de estar perdiéndose el almuerzo.

Ante todo esto, Mono mantenía una duda en su cabeza que no le dejaba en paz, quizá por ese instinto sobreprotector que desarrolló con el paso del tiempo o porque estaba aburrido, se acercó a Seven y le preguntó y tras un saludo.

-¿Sabes por qué Six no esta en la escuela?

-Dijo que no quería venir, le dolía el estómago y no quería ver a nadie. No te recomiendo visitarla, traté de meterme a la habitación y me echó- respondió Seven, todavía con un ojo tratando de ver a los niños para que ninguno se separara -lo siento, Mono, tengo que seguir.

¿Six enferma? Nada nuevo para Mono, pero era raro que estuviera así estando enferma, pero de todas formas, el chico respetaba la decisión de la niña y decidió esa tarde no ir al orfanato para corroborarlo por su cuenta.

Al día siguiente las cosas siguieron igual, otro grupo de niños vino, Seven y RG los guiaban y daban un recorrido, ya con más experiencia, mientras que Mono se mantenía a la espera de Six, estaba claro que un dolor de panza así no no se quitaría en un día y quizás el único cambio que distinguiría a este día del anterior era que Seven y Five se habían coordinado mejor. El día siguiente a ese pasó más de lo mismo, pero siendo el último grupo de menores de edad que asistirían al colegio, el siguiente a ese no sería como el anterior, Five y Seven por fin no perderían sus almuerzos y Mono podría ver a Six, o eso pensó, pues el día llegó y no hubo rastros de la niña, por lo que una vez el niño de la bolsa en la cabeza preguntó a sus amigos, en la banca todos juntos, con sus bandejas de porquería y con un asiento reservado para alguien que nunca llegó al lado derecho de Mono, con Five de frente y Seven a un lado.

Little Nightmares School AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora