Cuidado con la Cabeza.

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Esperaba a sus amigos en el pasillo de la escuela, luchaba contra sí mismo por no cabecear y quedarse dormido, la cinta adhesiva se la había colocado en el brazo y el mismo lo encogía como un conejo con su patas delanteras para evitar que se cayera, se recargaba sobre el casillero de la pared y miraba de un lado a otro para checar que nadie estuviera cerca. Si, era muy temprano como para que un niño estuviera en la escuela, pero eso era parte del plan.

-Vamos ¿Dónde están?- se preguntaba entre dientes, ya fastidiado por su condición y su pesado sueño, hasta que finalmente vislumbró a alguien que se acercaba desde la entrada de la escuela; aunque inicialmente había escuchado los pasos de sus zapatos negros, creyó que se trataba de una imaginación suya producto del cansancio.

-Ya llegué- dijo la niña cargando consigo una cubeta de metal.

-Oh, eres tu- bostezó -lo siento, es... muy... temprano...

El pequeño trató de reincorporar su postura en vano.

-Vamos, no te duermas- dijo la niña dando ligeros golpecitos en su hombro. Entonces la niña empezó a escuchar los pasos de la mente maestra detrás de este plan, quien se acercaba de igual manera por la entrada y cargando consigo una gruesa cuerda -Waoh ¿No crees que sea demasiada?

-Para nada- contestó el recién llegado -la medí en casa, es justo la altura de un niño.

-¿Lo probaste en péndulo?- preguntó la niña

-Por supuesto que lo hice, por algo presto atención a matemáticas- mintió, era pésimo en las matemáticas e hizo el calculo de ultimo minuto, pero funcionaría, o eso esperaba.

-Si tu dices, hay que prepararnos para antes de que alguien más llegue.

Los tres entonces se dirigieron sus respectivos casilleros y sacaron los libros necesarios, los más gruesos y pesados que pudieron encontrar, la chica los ató con cinta adhesiva hasta volver una pirámide del más pequeño al más grande para después introducirlos en la cubeta, siendo los más pequeños los de hasta abajo y los más grandes los que quedarían a la vista. Luego de eso y para doble seguridad, envolvieron en forma de cruz la cubeta de extremo a extremo, una vez hecho hicieron lo mismo pero con la cuerda, reforzándolo con un nudo extra alrededor de la misma, entonces la niña tomó las manos de la operación para armar el nudo que mantendría firme la cubeta, la tomó de la cuerda y la balanceó de un lado a otro para asegurarse de que no se soltara.

Era pesada y se mecía como un enorme péndulo. Era perfecto.

Abrieron uno de los casilleros vacíos y sin dueño, usaron la estructura del mismo como una escalera en donde los dos primeros eran impulsados por el de hasta abajo, quien se quedaría como un vigía en caso de que alguien inoportuno viniera. Mientras tanto, sus compañeros alcanzaron el tope del casillero, el cual de balanceo por el peso de ambos.

-¡Con cuidado!- advirtió el vigía. 

Una vez arriba y bien asegurados, el muchacho se subió en la viga del techo y desde ahí recibió la cubeta de su amiga, la cual luego le acompañó. A decir verdad, la parte complicada sería asegurarlo y sostenerlo el tiempo suficiente, pero por fortuna, podían esperar toda la mañana para eso. Ambos niños se mantuvieron ahí, por fortuna la viga aguantaba a ambos pero por si acaso decidieron irse a extremos opuestos, con la cubeta en el medio y lista para descender en caso de cualquier cosa.

-¡Chicos!- advirtió el vigía -¡Viene la maestra! ¡Guarden silencio!

El niño se fue a esconder a un casillero en donde cupo a la perfección mientras que el resto se abstuvieron con quedarse lo más quietos posibles y rezar por que la maestra no los descubra.

Little Nightmares School AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora