-¿Sabes lo del niño? –Preguntó Nano a Samuel mientras caminaban juntos por el patio de Yeray.
-He sido informado –replicó él, fríamente– sentémonos aquí, a la sombra. Aún no me acostumbro a la luz del sol.
-¿Te tenían en un foso?
-Sí. Me tuvieron en uno casi una semana.
-No se te ve demasiado flaco. ¿Te daban de comer?
-No. Car... mi esposa hacía que su doncella me llevara comida –Nano echó una mirada a los restos de la vieja torre.
-Se arriesgó mucho al venir aquí.
-No se arriesgó en absoluto. Deseaba a Yeray tanto como él a ella.
-No tuve esa impresión cuando conversé con Carla.
-¡Pues te equivocas! –Afirmó Samuel con fuerza y Nano se encogió de hombros.
-Ella es asunto tuyo. Guzmán dice que se los han llamado a la Corte. Podemos viajar juntos, pues yo también debo presentarme al rey –Samuel estaba cansado y sólo quería dormir.
-¿Qué quiere el rey de nosotros?
-Ver a tu esposa y presentarme una a mí.
-¿Vas a casarte?
-Sí, con una rica heredera escocesa llamada Lucrecia que odia a todos los ingleses.
-Yo sé lo que significa verte odiado por tu esposa –Nano sonrió.
-Pero la diferencia es que a ti te importa. A mí no. Si no se comporta como es debido, la encerraré para no verla nunca más. Diré que es estéril y adoptaré a un hijo que herede sus tierras. Si tanto te disgusta tu mujer, ¿por qué no haces otro tanto?
-¡No verla nunca más! –Exclamó Samuel y se contuvo al ver que su hermano se echaba a reír.
-¿Te calienta la sangre? No hace falta que lo digas, porque la he visto. ¿Sabes que estuve a punto de matarla cuando le vi arrojarte vino a la cara? Ella tomó mi puñal y me rogó que le diera muerte.
-Te engañó –dijo Samuel disgustado– igual que a Guzmán y a Leo. Esos muchachos se sientan a sus pies y la miran con ojos embobados.
-Hablando de ojos embobados, ¿qué piensas hacer con Brad?
-Debería casarlo con Lady Beatriz. Si se parece en algo a su hija, hará de su vida un infierno. Sería poco castigo por su estupidez –Nano bramó de risa.
-Estás cambiado, hermano. Carla te obsesiona.
-Sí, como un grano en el trasero. Ven, apresuremos a estas gentes para salir de aquí.
El campamento dejado por Samuel estaba ante las murallas de Yeray. Aunque Brad no lo supiera, Samuel estaba haciendo cavar un túnel bajo las murallas en el momento en que lo apresaron; el joven tenía por costumbre no revelar todos sus planes a ninguno de sus ayudantes.
Mientras Brad volvía al castillo de Guzman, los hombres elegidos por Samuel continuaban con la excavación. Habían tardado varios días, aunque ninguno de ellos dormía sino unas pocas horas diarias. Mientras iban avanzando en la perforación, sostenían la tierra sobre sus cabezas con fuertes maderos. Cuando estuvieron cerca del otro extremo, encendieron una hoguera dentro del túnel. Una vez quemadas las vigas, una parte de la muralla se derrumbó con un estruendo ensordecedor.
En la confusión que siguió a la toma del castillo, mientras el grupo establecía su campamento, Carla consiguió escapar para estar sola un rato. Había un río en los bosques, detrás de las tiendas. Caminó entre los árboles hasta hallar un sitio cobijado donde estaría oculta pero podría disfrutar del sonido y la vista del agua. Sólo entonces se dio cuenta de lo tensa que había estado durante la semana pasada. La mentira incesante, el disimulo ante Yeray, la habían agotado. Era un placer sentirse libre y en paz otra vez. Por un breve rato no pensaría en su esposo ni en ninguno de sus múltiples problemas.
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La Fuerza del Amor (Adaptada)
Ficción históricaToda Inglaterra se regocijó con la boda de ambos, pero Carla Rosón juró que su esposo sólo la tendría por la fuerza. Ante el florido altar, el primer contacto entre ambos encendió en ellos una pasión ardiente. Samuel García miró al fondo de aquellos...