Capítulo 22: Ashes

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Los dolores en su vientre no cesaban. Para ocultar su gesto de molestia y dolor, presionaba fuertemente sus brazos. Todos los caballos ya se encontraban en la entrada principal de la casa. Con la mirada buscaba a Soi-Fong pero no la hallaba.

—Señora Abarai, se ve hermosa —alagó una de las mujeres invitadas.

—No diga esas cosas, señora York, si es usted quién me roba el aliento —la mujer se sonrojó por el comentario, sin duda alguna esa era una respuesta cuya elegancia caracterizaba a los Kuchiki.

Todos charlaban alegres y efusivos. Renji se unió a las mujeres.

—Me alegra saber que se están divirtiendo señoras, lamento decirles que estamos a punto de partir pero —acarició la mejilla de Rukia con delicadeza —, una vez que lleguemos podrán seguir charlando —dicho esto intentó marcharse pero Rukia lo detuvo tomándolo de la mano.

—¿Sabes dónde está la señorita Ana? —de pronto intensificó la fuerza del agarre pues sintió una contracción en su abdomen.

—Está ocupada con otros asuntos, no te preocupes —contestó sin comprender en su totalidad el comportamiento de la chica ¿por qué lo sujetaba así? —. Por cierto ¿sabes algo de tú hermano? Sólo falta él —paseó su mirada por los invitados que se encontraban en la entrada principal.

Minutos después apareció el joven de cabellera azabache. Todos montaron sus caballos, entre risas y halagos. Según el protocolo, los padres, hermanos mayores o esposo debían de ayudar a las mujeres a subir. Antes de que Renji se acercara a Rukia, Byakuya le solicitó el permiso pertinente para auxiliarla. Al concedérselo, él se apresuró. Le tendió la mano y de ahí la cargó.

Movimientos tan elegantes, simulando el paso de una reconfortante brisa.

—Cabalga a lado mío, debo de hablar contigo —susurró Byakuya.

Emprendieron el camino. Al principio Rukia cabalgata a lado de Renji, de vez en cuando veía detrás de ella, unas cuantas mujeres rodeaban a Ichigo, entre ellas, reconoció a unas cuantas mujeres viudas y otras solteras. Era normal que eso sucediera. No debía de afectarle, debía de mostrar que no le afectaba. Regresó la mirada al frente y su hermano ahora estaba a lado de ella. No le dijo ni una sola palabra, simplemente los acompañaba.

¿Por qué ahora mostraba un extraño interés por ella? ¿a caso era lástima por lo que presenció en la mañana? Si era eso, no lo necesitaba. Tanto tiempo sin contar con él, ni siquiera una carta; nada la haría desear su ayuda o compañía. Desde el principio era solo ella, Rukia Kuchiki, la niña sangre sucia. Desde el principio fue él, Byakuya Kuchiki, el adolescente responsable y pulcro. Tantos años de esfuerzo para que la consideraran pulcra y merecedora de respeto que ahora se sentía cansada de dar todo de ella sin que el resto le dieran algo a cambio.

—Hemos llegado —anunció Renji. Se bajó de su caballo y caminó hacia Rukia para ayudarla a bajar. Cuando los pies de la chica tocaron el piso, el mundo pareció dar cientos de giros, la piel nívea de la mujer adquirió un aspecto cenizo, preocupando al pelirrojo —¿Te sientes bien?

¿Qué clase de pregunta era esa? Se cuestionó Byakuya al acercarse hacia ellos por detrás. ¿Cómo su hermana se sentiría mejor después de la disputa de aquella mañana? Ella merecía descansar, ni siquiera comprendía porqué la había traído. Ocultando su enojo en su rostro serio, se acercó a ellos.

—¿Y su acompañante, dónde está? —interrogó al pelirrojo colocándose a su lado y tocando ligeramente la frente de su hermana.

—Tuvo otras cosas que hacer.

[+18] [AU ICHIRUKI] † Dolorosa † [BLEACH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora