Capítulo 10: The loneliness.

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Advertencia: Puede contener escenas de violencia.

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Actualidad:

La joven de cabellera oscura como la noche descansaba plácidamente en su cama, sentir alrededor de ella el calor emanado de su amiga hacía que toda inseguridad se desvaneciera, aunque esa sensación fue momentánea. De pronto, el frío aumentó y la oscuridad de su corazón consumió todo su interior. Desesperada buscó alguna fuente de luz; caminaba sin rumbo fijo.

Los ojos le fueron inútiles, sus piernas ya no querían caminar después de un tiempo, sus brazos rodeaban su torso con la intención de conservar un poco de calidez. Al principio pareció funcionar, incluso el latido de su corazón y su respiración se normalizaron. Aquel extraño sueño empezaba a desvanecerse... convirtiéndose en pesadilla.

—¡Hey, conejita! — escuchó la voz de Grimmjow detrás de ella, estaba cerca. Estaba ahí, en su mente y con la única intención de quedarse ahí para siempre.

Rukia no sabía qué hacer, quería despertar, gritar, pedir ayuda. Cerró los ojos, tal vez así despertaría pero no fue así, ahora se encontraba en la biblioteca de la universidad: su santuario. El sol empezaba a desvanecerse y con él sus rayos; la vitalidad, la esperanza de un nuevo día desaparecían.

Volteaba a todos lados en busca de alguien, no importaba quién fuera solamente alguna persona que la ayudara a salir de aquel martirio. Sus piernas empezaban a responder después de una eternidad para ella, las arrastraba al principio sin embargo no importaba, se movía de ese lugar. Podía huir. No quería darse la media vuelta, sabía que detrás de ella estaría Grimmjow. Si tan sólo sus piernas se movieran a la misma velocidad que los latidos de su corazón, en ese preciso momento se encontraría a salvo.

—Vamos conejita, enséñame tu blanca piel —su áspera e imponente voz se escuchaba cada vez más cerca, siguió huyendo hasta que una mano la tomó del abdomen —. Vaya que das pasos cortos como un conejo —decía mientras clavaba sus dedos en el cuerpo de la fémina perforándolo. No podía respirar. Iba a morir.

De repente, regresó a la realidad. Su cuerpo estaba empapado en sudor, le costaba respirar y sentía una opresión en su pecho. Buscó con la mirada a su amiga pero Orihime no se encontraba ahí. Vio la hora en su celular: ya era tarde, si se apresuraba podría llegar a la reunión en la biblioteca. Al relacionar aquel lugar con su sueño, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, obligándola ha hacerse bolita: protegiéndose.

Después de unos segundos, se sacudió el cuerpo. No podía seguir así, debía de actuar como si nada estuviera afectando su vida, debía de hacerlo por Orihime y por Ichigo.

Inconscientemente pasó sus dedos por sus labios, recordando aquel reconfortante y vibrante beso entre los dos cuando estaban acostados sobre el pasto una vez finalizada su pequeña competencia. Después pasó sus dedos a su frente. Luego vio sus manos. Quería que él la siguiera tocando porque no se sentía nada temerosa a su lado, deseaba poseer esa firmeza que Ichigo le brindaba a cada instante, en serio lo deseaba.

Sin demorarse más, se vistió con prendas holgadas. Era primavera y el calor no perdonaba a nadie sin embargo tampoco se sentía con la seguridad suficiente para salir con ropa que mostrara alguna curva de su cuerpo.

Cuando llegó a la biblioteca, buscó a su profesor. Todos sus compañeros se encontraban ahí realizando sus tareas correspondientes, se sintió mal consigo misma al ser irresponsable; si tan sólo no estuviera sucediendo todo eso o al menos supiera cómo manejar la situación, sus reacciones serían otras. Si tan sólo... si tan sólo... No, no había excusa válida para justificar su irresponsabilidad y debilidad ante ese problema insignificante, sólo era cuestión de no ser tan blanda... Sólo no debía de ser ella.

[+18] [AU ICHIRUKI] † Dolorosa † [BLEACH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora