Capítulo 4: Hospital Henry Ford.

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Advertencia: Puede contener escenas de violencia.
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Desde que somos concebidos, formamos un fuerte lazo con la madre y el padre. Cuando salimos al mundo, formamos más vínculos con el resto de la familia e incluso con desconocidos, los cuales llegan a ser nuestros amigos. Creamos cada uno de estos hilos ignorando la fortaleza y durabilidad. Tal vez unos cuantos sean fuertes pero no están destinados a durar para siempre y otros tal vez sean tan débiles que tiendan a romperse pero de alguna u otra manera volverán a unirse. Aunque pasen años, siglos o hasta que la muerte los separe.

A pesar de todos estos catastróficos finales, sólo la memoria e historia podrá mantenerlos con vida hasta que no haya necesidad de un hilo para atarlos y guiarlos pues estos siempre lograrán estar juntos y sabrán cómo encontrarse.

6 de septiembre de 1814

—Disculpa la tardanza, señorita... — decía Masaki mientras dejaba sobre la cómoda los vestidos para la paciente, con ella había ingresado dos sirvientas para que la ayudaran a vestirse. La mujer madura de cabello castaño claro suspendió su oración en espera de escuchar el nombre de la chica de cabellera azabache.

—Abarai, Abarai Rukia — se presentó elegantemente.

Por sus modales, la anfitriona formuló una hipótesis sobre el posible estrato social a la cual pertenecía: clase alta.

—Señorita Abarai, mis sirvientas y yo le ayudaremos a vestirse. — anunció.

Le ayudaron a levantarse de la cama, le quitaron el camisón dejándola completamente desnuda: en el cuerpo de la fémina se podían apreciar los moretones a causa de las constantes golpizas propinadas por su esposo. Un nudo en la garganta se formuló en cada una de las acompañantes y en su rostro dibujaron a la perfección el terror y asco que les causaba la imagen. Rukia sintió las miradas de las mujeres, por lo tanto, se cubrió con la prenda blanca.

Masaki al darse cuenta de las actitudes de cada una, le pidió a las sirvientas que se marcharan, ellas la obedecieron inmediatamente. Ella se acercó a la joven de cabellera azabache y la ayudó a vestirse en silencio. Sabía que Rukia se estaba atormentando mentalmente en esos momentos por lo tanto, procuraría no causar más aflicción con su voz en la afligida psique de su invitada.

Muchas veces sólo se ven las cicatrices del cuerpo y no las del alma ¿Sabes a qué refiero, o no?

La mujer de cabellera castaña, la ayudó en vestirse. Cuando la prenda rozó los sensibles pezones de la azabache soltó un breve quejido con la esperanza de no ser escuchada, infortunadamente no fue así.

—Disculpa, tu cuerpo todavía está sensible.

—No se preocupe. — Rukia era una persona de pocas palabras por lo tanto llegaba a incomodar a su acompañante con su silencio — Siendo sincera, siento el peso de la leche acumulada.

—Si quieres le puedo pedir a una sirvienta que te ayude a sacarte toda la leche.

—Por favor.

Nuevamente, sus voces se apagaron.

—¿Te gustaría acompañarnos en el almuerzo? — ofreció Masaki dulcemente mientras le colocaba el corsé.

—No me gustaría importunarlos más.

—Claro que no. Por favor, acompáñanos.

Rukia ya no contestó de manera verbal sin embargo su silencio le dio la respuesta positiva a la mujer madura.

[+18] [AU ICHIRUKI] † Dolorosa † [BLEACH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora