Capítulo 11: Cupid's Hunting Fields.

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Advertencia puede contener escenas violentas. 

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El sol amenazaba con salir por lo tanto, ella debía de abandonar la habitación. No se debía de exponer de aquella manera tan estúpida e inmadura.

Entre abrió la puerta para poder verificar la soledad de los pasillos; sintiéndose más segura, salió de los aposentos del joven Kurosaki. Regresó a su habitación para tomar una bata y así dirigirse a la cocina. Las probabilidades de encontrarse a la muchedumbre trabajando a esas horas de la mañana eran mínimas.

A juzgar por el olor a alcohol que despedía el cuerpo de Ichigo, cuando despertara tendría una resaca tan horrible que hasta el mismo diablo rezaría por su bienestar por lo tanto decidió prepararle el desayuno más un remedio casero para los síntomas. Una vez terminado, regresó a los aposentos del chico y dejó la bandeja con comida en la mesa asignada. Hizo todo esto en absoluto silencio.

Antes de marcharse observó durante unos segundos más el rostro del varón: sus facciones estaban relajadas pero de sus ojos seguían brotando pequeñas lágrimas. Le dolía verlo así, tan destrozado pero se enfurecida consigo misma al albergar una pizca de alegría y tranquilidad sólo por no sentirse sola en este mundo: le alegraba saber que no era la única sufriendo en ese infierno llamado Tierra.

Salió de la habitación para regresar a la suya donde se sentó frente al ventanal durante un largo tiempo viendo hacia el horizonte. Tenía una mala sensación. Bebió un poco de agua, tomó una hoja y una bolígrafo para empezar a escribir sus memorias: retratar sus sentimientos.

Ojalá fueran las risas lo que nos uniera y no las lágrimas.

Sumida en sus pensamientos dejó transcurrir el tiempo hasta que tocaron a su puerta, anunciando la hora del desayuno. Se vistió con un vestido color beige y pequeños bordados en el escote. Pese a todo lo sucedido durante ese tiempo, en aquel momento se sentía feliz y hermosa. Nada ni nadie la destrozaría.

Charló con las pequeñas Kurosaki quienes jugueteaban con el pequeño Kazui. No podía creer lo rápido que se había adaptado al lugar, incluso llegaba a considerarse parte de la familia aunque a veces se recordaba el lugar de dónde provenía, lo cual la agobiaba.

Las tres féminas se reían al compartir algunas viejas anécdotas familiares, sus risas se vieron interrumpidas al ver la figura del joven Ichigo. Las dos hermanas depositaron al bebé en los brazos de Rukia y se levantaron bruscamente de sus asientos para ir corriendo tras su hermano. Los presentes pensaron lo mismo: a esas niñas le faltaban modales.

—Buenos días Karin y Yuzu —saludó cortésmente haciendo una corta reverencia con la cabeza; no quería bajarla demasiado pues tenía un leve dolor de cabeza, si no fuera por la comida que estaba sobre su mesa tal vez se sentiría peor. Las dos adolescentes lo tomaron de los brazos y lo guiaron hasta Rukia, quién se limitaba a verlos de lejos.

—Hermano, la señorita Abarai nos contaba sobre sus clases de piano —comentó Karin entusiasmada —, le hemos pedido que nos enseñe a tocar después y ¡A aceptado! —Kazui se removió en los brazos de la invitada.

—Si tocar piano les ayudará a comportarse como se debe, yo no tengo problema —dijo mientras tocaba con su dedo índice la punta de la nariz de cada una. Después se dirigió a Rukia —. Señorita Abarai, espero que las peticiones de mis hermanas no le causen problema alguno.

—Para nada. Será todo un placer educar a las señoritas Kurosaki.

—Niñas, lleven a Kazui a su habitación y recuéstenlo —ordenó el pelinaranja sin separar su vista de la joven de diecinueve años.

[+18] [AU ICHIRUKI] † Dolorosa † [BLEACH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora