Mientras las personas se hallaban gozando de la caza, Soi-Fong se apresuró en recoger algunas cosas y en ocultar otras. Teniendo todo preparado, tomó uno de los caballos del establo y se marchó lo más rápido posible. Debía de salir de ahí ya. El plan ya no importaba, ahora debía de pasar al último de todos los hechos y no detenerse, el tiempo se había vuelto su enemigo.
Ella sabía qué hacer sin embargo el problema era cómo comunicárselo a Rukia y a Ichigo cuando ambos se encontraban con el sujeto discordante. Por supuesto, tenía la ayuda extra del hermano Kuchiki sin embargo él estaba en las mismas.
Al parecer Renji había aplicado la regla de oro: mantener a sus amigos acerca pero a sus enemigos más.
Había tenido las sospechas de que Renji percibiera algo extraño entre ella y Rukia pero jamás tuvo la oportunidad de concretar cuándo. Mientras más lo meditaba, todo apuntó al día que se conocieron. El extraño comportamiento al llegar a la casa, las galletas. La carta. La tonta carta. Revivía la escena en su mente una y otra vez.
La chimenea, desde que había llegado, se había encendido dos veces, si la carta estaba en aquel lugar desde el principio debía de consumirse entre las llamas. Además, Rukia no era dada a ensuciarse las manos ¿Por qué un día de pronto metería sus manos en aquel lugar? Maldita sea ¿Por qué no había pensado lo suficiente en cada movimiento?
De pronto se acordó de la ruda. Revisó en sus bolsillos. El frasco seguía ahí.
Cuando llegó al límite del terreno del señor Abarai, se bajó del caballo y le dio un golpe en el trasero para que se alejara del lugar. De ahí, Soi-Fong se alejó corriendo. Si tenía suerte y mantenía la velocidad de su paso, llegaría en la noche a su casa y en la mañana siguiente tendría todo solucionado.
El sol empezaba a ocultarse, los invitados ya se encontraban en sus habitaciones dándose los últimos retoques para asistir al banquete. La servidumbre encendía cada vela, candelabro, lámpara de gas y aceite para darle el toque de majestuosidad nocturna a la casa. Otros más se encontraban en la entrada principal para recibir al resto de los invitados.
Por órdenes y gustos de Renji, ambos vestirían de blanco con algunos adornos dorados. Esos colores resaltaban las facciones de su esposo, sin embargo ella no lucía para nada. Se sentía sosa. Su largo cabello se encontraba recogido y con algunos adornos. Estando listos, bajaron al salón principal donde el resto de los invitados los esperaban.
Ichigo se sentía tan incómodo en aquel lugar, a penas y conocía a las personas, las mujeres que se le acercaban solo lo hacían por interés. Desde que había llegado solo observaba con culpa el ensombrecido rostro de Rukia, quien mostraba una expresión inerte de sus emociones y deseos. Cada vez que la veía, los brazos de ardían por el deseo imperante de abrazarla y reconfortarla.
Maldita sea la muerte que separa a las personas que aman y mantiene unidas a las personas que odian.
—Ichigo —escuchó la voz de su madre detrás de él. Se disculpó con las mujeres que lo rodeaban y se marchó para ir con sus padres.
—Gracias a Dios que han llegado —tomó la mano de su madre y le dio un beso en el dorso de la mano y a su padre un apretón de mano.
—¿Cómo están las cosas? —preguntó Masaki discretamente, viendo de un lado hacia otro para verificar que nadie los escuchara —¿Cómo se encuentra Rukia?
Ichigo solo hizo una mueca con el rostro y bajó la mirada ¿cómo podría explicarlo?
—A penas y pude cruzar palabra con ella; no se ve bien.
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[+18] [AU ICHIRUKI] † Dolorosa † [BLEACH]
FanfictionRukia es una chica aventurera... de los libros. Una vez que entra a la universidad para estudiar arte se encuentra con un chico llamado Ichigo, ella queda enamorada perdidamente de él sin embargo no tiene el valor suficiente para decirle sus sentimi...