Capítulo 25: Dolorosa

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La joven de cabellera naranja no alejaba su vista de la puerta de madera. Ya habían pasado unos cuantos minutos desde que Ichigo y su mejor amiga se habían metido a la habitación con un solo objetivo: tener relaciones sexuales. Al principio se detuvo a sí misma, pues sabía a la perfección que no estaba haciendo bien con, casi, espiar a Rukia pero ahí estaba, alerta ante cualquier situación de posible peligro para la indefensa Rukia.

A pesar del tiempo transcurrido, no se escuchaba nada ¿Todo estaría bien?

El resto se encontraba en la sala de la casa, charlando y quejándose de lo aburrida que podría ser la universidad. La desventaja de ser pocos era la notoria ausencia de los invitados. La mayoría comprendía la ausencia de Rukia e Ichigo pero de Orihime no tanto. Tatsuki fue tras su amiga cuando lo consideró prudente. Caminaba de un lado a otro por el pasillo como un perro guardián, la azabache forzó una sonrisa al momento de acercarse a Orihime y así mostrarse más amable, aunque deseaba darle una serie de golpes en la cabeza por sus actitudes sobreprotectoras.

-¿Todo bien? Pensé que estabas en el baño -la tomó de la mano para detener su andar. Se vieron fijamente a los ojos, a ninguna de las dos les servía irse por las ramas, su relación se había acostumbrado en ir siempre al punto. Tatsuki exhaló fastidiada- ¿Por qué estás así? Me refiero a que de repente te dio por cuidar a Rukia como si fueras su sombra.

-Es que Rukia no está pasando por un buen momento –se mordió el labio tratando de reprimir las palabras inadecuadas, pero que, a pesar de eso, sentía en todo su cuerpo -. Ella no está bien.

-¿Y tú si lo estas?

Mientras estaba en busca de Orihime, intentó adentrarse en el papel de la amiga buena y comprensiva, con un lenguaje suave y cariñoso pero ella no era asa por lo tanto, abandonó aquel tonto objetivo al momento de ver a Orihime merodear el lugar.

-No sé si yo estoy bien pero sí estoy mejor que Rukia. De eso estoy segura –el enojo se podía percibir en su voz. Al parecer ella era la única que se daba cuenta del riesgo que corría Rukia, mas allá de Ichigo. El silencio en el cual se estaba sumergiendo y nadie podía sacarla -. Ella está tomando pésimas decisiones y...

-Deja que se equivoque, Rukia es una adulta no una niña de cinco años -el tono de su voz aumentó a causa de la ira contenida. Inhaló y exhaló antes de continuar –. Ella deberá aprender a decir no, e Ichigo a leer las señales para saber cuándo detenerse. Déjalos en paz -pasó su mano fastidiada y después se la ofreció a su amiga para irse con el resto.

La joven de cabellera anaranjada no estaba muy convencida de las palabras de su mejor amiga sin embargo sabia a la perfección que ella no se rendiría hasta sacarla de ahí. Tenia razón, Rukia debía de aprender a cuando decir no pero ¿Cómo lo haría si no tenía las herramientas para decirlo en voz alta?

Aquella noche que regresó de la oficina de la señorita Yoruichi se había comportado de una forma extraña y podía asegurar, al menos, que Ichigo no era el responsable de las extrañas actitudes de la chica pues al principio liberaba júbilo en cada lugar y con cualquier persona, pero después de la visita, todo se vino abajo ¿Pudo haber sido Grimmjow? No lo sabía.

Incluso si recordaba la noche que Ichigo y Rukia cruzaron palabra por primera vez. Ella intentó que su amiga hablara a mas profundidad sobre el ataque de Grimmjow pero se mostró renuente y sólo le contó unas cuantas cosas, nunca sobre cómo se sentía o si necesitaba algo de ella. Sin duda, algo estaba sucediendo y Rukia se tragaba cada una de las palabras, cada una de las navajas que terminaba lastimando su garganta y la dejaban sin voz ni aliento. Le dolía tanto ver cómo su amiga se sumía en aquella oscuridad y no podía hacer algo al respecto.

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