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La gente a nuestro alrededor creaba un bullicio interminable mientras el sonido de los cubiertos chocando con el plato lo acompañaba. A pesar de eso, junto a Sebastian nos manteníamos dentro de nuestra burbuja invisible que parecía protegernos de cualquier cosa externa.
Mis ojos estaban fijos en los suyos y una sonrisa boba decoraba mi rostro, haciéndome ver como una adolescente en su primer encuentro con su crush. Bueno, no era una adolescente, pero sin dudas Sebastian era mi crush.
-Seb no sabes lo feliz que estoy de visitar Rumania al fin, es...tan hermoso- murmuré para luego beber un sorbo de mi copa de vino.
Hace algunas semanas Sebastian insistía con visitar Rumania para nuestro aniversario. Jamás me negué, no existía algo que me gustara más que estar junto a él en el país donde nació, pero temíamos que el trabajo arruinara nuestros planes. Afortunadamente no fue así y gracias a eso ahora estábamos cenando en unos de los restaurantes mas costosos de la capital mientras disfrutábamos de los platillos típicos y un buen vino.
-como tú- contestó simple, como si aquellas palabras no hubiesen causado estragos en mi interior -te he dicho que te ves hermosa esta noche?-
-acaso no me veo hermosa todas las noches?- ataqué burlona, dejándolo en silencio por unos segundos.
-claro que si, todo el tiempo te ves hermosa, de hecho- respondió, sonriendo victorioso -pero esta noche, en ese vestido, te ves...¡wow!-
Reí ante sus palabras y dejé que tomara mi mano para besar dulcemente el dorso de ésta sobre la mesa.
-sabes qué? Hay un parque que aún no hemos visitado. Se ve increíble por las noches y sabes que es lo mejor?- preguntó a lo que negué con la cabeza, completamente intrigada -que casi nadie lo conoce- susurró, como si se tratara de un secreto. Nuevamente reí, esta vez mas suave, mientras asentía en su dirección.
-y qué estamos esperando para visitarlo?-
Poco tiempo después, al terminar de pagar la cuenta y dejar una generosa propina para el amable mesero, ambos nos exhibimos al exterior, abrazándonos durante el camino al parque y disfrutando del calor corporal que nos brindábamos el uno al otro.
Mi brazo se enrollaba en el suyo mientras mi cabeza estaba reposada en su hombro. Lo único que oíamos era el sonido de mis tacones golpeando contra el pavimento y los motores de los autos en la lejanía.
-si este misterioso parque es tan secreto, ¿Cómo lo conociste?- pregunté, abandonando el cómodo silencio que se había formado. Su exquisita loción masculina me tenía cautivada, aquel aroma dulce al que me había vuelto adicta.
