¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-muy bien pueden irse, pequeños- dije con una sonrisa aliviada mientras oía el agudo sonido del timbre resonar por los pasillos de la institución. Enseguida los chiquitos de nueve años comenzaron a guardar sus cosas con rapidez, haciéndome reír por lo acelerados que se veían con la idea de volver a su hogar.
Los adiósmaestrade mis jóvenes alumnos me sacaron una pequeña risa enternecida, eran una ternura. Me preparé yo tambien para abandonar mi lugar de trabajo, emocionada por llegar a casa y relajarme bien merecidamente. Camine por los pasillos hasta llegar a la salida, donde el sol del mediodía me recibió. Continué con mi camino hasta que mis ojos visualizaron un coche negro con los vidrios polarizados en una de las calles.
Solté un bufido y eché un vistazo a mis alrededores para asegurarme que ningún alumno estuviera cerca antes de caminar hacia aquel auto ya muy conocido para mi.
-que estas haciendo aquí?- ingresé al coche cerrando la puerta detrás de mi con algo de violencia. Sebastian habia ido a recogerme al trabajo. Cualquiera lo tomaría como un gesto tierno, de hecho lo era, pero me enfadaba que no fuera precavido.
Si los padres de mis alumnos, mis alumnos o mis compañeros de trabajo sabían de mi relación con Sebastian, un actor muy importante en el mundo cinematográfico, automáticamente me vería implicada en todo ese mundo lleno de cámaras, donde constantemente eres juzgada por cada cosa que haces.
-hola amor, como estas? Yo muy bien, gracias por preguntar- habló con ironía, arrancando el coche.
-Sebastian...- gruñí.
-Angela- repitió, mirándome divertido. Me dió una rápida mirada antes de continuar mirando la carretera -no te enojes, cielo, solo quería buscarte al trabajo como lo hacen las parejas normales-
-no somos una pareja normal- respondí -tú eres un reconocido actor y yo soy una maestra, algo nunca antes visto-
-y aún así nos va muy bien- recobró su sonrisa y estiró una mano en mi dirección para acariciar mi mejilla. Me rendí ante su toque, inclinando mi cabeza hacia su mano y suspirando, sintiéndome más tranquila que hace unos minutos.
-solo quiero que los niños estén bien..- murmuré.
-yo igual, amor. Me aseguraré de mantenerlos a salvo, tú tranquila, si?- asentí ante sus palabras y me dispuse a disfrutar del resto del viaje, tranquila ante la calidez que su mano en mi pierna desprendía. El auto estaba inundado en la Colonia masculina de Sebastian, aquel aroma tan dulce y fresco.
Al llegar frente a nuestro hogar descendimos del coche, Sebastian con una gorra y lentes negros cubriendo su rostro. Los tacones estaban matando mis pies, es por eso que apenas puse un pie dentro de mi casa no dude en deshacerme de ellos.
