O4O | WHAT ARE YOU DOING HERE? II

3.6K 235 68
                                    

Sebastian Stan

Pasaron dos largos meses desde la última vez que hablé con Sebastian. Desde entonces convivo con mi pequeño Toby, aquel perrito chocolate con el que Sebastian había llegado aquella lluviosa noche. 

Simplemente, con el paso del tiempo, me encariñé con el can al punto de no querer dejarlo ir y la puesta en adopción jamás se llevó a cabo. Lo sacaba a pasear cada tarde al parque cercano a mi hogar, incluso hizo un amigo llamado Dodger, un perrito de color miel y manchas blancas. Había hablado con su dueño un par de veces, un rubio muy simpático de carcajadas estruendosas.

Tuve que mudarme de casa porque el casero de la mía me había pedido gentilmente que abandonara el lugar luego de verme residir allí con un perro. Al parecer las mascotas en esa vecindad estaban estrictamente prohibidas y yo ni enterada.

Hablando nuevamente del castaño europeo, creo que finalmente podía decir que lo había superado en la totalidad de la palabra. Incluso lo bloqueé de todas las redes y a su número, para permitirme paz mental. Él eligió en su momento y aquello me hizo abrir los ojos. Porque llorar por alguien que nunca lloraría por mi? Esa era la pregunta con la que siempre lograba sacar a las personas de mi mente, y hasta ahora seguía funcionandome. Aunque aún tenía en la cabeza la llamada de la que mi mamá me contó, donde preguntaba por mi en el hogar de mis padres.

Mamá me dijo que se lo oía destrozado y quise creerle, pero seguro que no estaba más destrozado de lo que yo lo estuve cuando me dejó.

Esa tarde me preparaba para salir junto a Toby hacia el parque. Emprendimos camino hacia la zona verde y llegamos en pocos segundos y pronto nos encontramos con el rubio y su lindo perrito. No tardaron mucho en ponerse a jugar entre ellos y con Chris decidimos sentarnos en una de las bancas a charlas. Durante las últimas semanas nos volvimos muy buenos amigos, hasta el punto en el que le había contado mi asuntillo con Sebastian y él mismo me aconsejó que lo mejor sería dejarlo ir.

─me alegra mucho verte bien─  dijo él, luego de contarle que al fin me sentía despojada de toda culpa por lo de Sebastian. Acarició mi mano sobre la banca y me miró a los ojos, aquellos hermosos orbes color mar sólo fijos en mi. Y el momento hubiese seguido si un grito femenino no nos hubiera interrumpido.

Giré la cabeza bruscamente, buscando a Toby, pero al no encontrarlo ni a él ni a Dodger temí porque fueran los culpables de aquel grito. No es que durara de las enseñanzas a mi pequeño, pero él podía tener sus ataques de vez en cuando.

─dónde están Toby y Dodger?─ pregunté, levantándome acelerada de la banca.

─no lo sé, debemos encontrarlos─ 

Decidimos que lo más sensato sería separarnos para abarcar más dimensión en la enorme plaza. Pero qué error que cometí al elegir el camino de la derecha. Allí estaba Alejandra, sosteniendo entre sus brazos a un Caniche blanco, mientras gritaba escandalizada porque los dos perros que yo buscaba estaban ladrando y moviendo la cola en dirección al pequeño can. Ellos sólo querían jugar. Y además creía que ella era alérgica al pelo de perro, aunque si tenemos en cuenta que el caniche no pierde pelo tiene más sentido.

Rodé los ojos y me acerqué antes de que se lo ocurriera lanzar alguna patada hacia algunos de los perros.

─váyanse, malditos pulgosos!─

─hey, hey, Dodger, Toby, vengan pequeños─ ignoré el comentario de la rubia y me decidí por tomar la correa de ambos perros, que ya se hallaban más tranquilos al oír mi voz. Y claro, si gritas mientras un perro te ladra eso sólo los altera más, ni hablar de correr.

❝𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦❞  SEBASTIAN STANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora