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La música retumbaba en los parlantes, mientras todos los bailarines se movían en acorde. Meneaban sus caderas y movían las manos de manera organizada y delicada. Un espectáculo digno de ver. Me moví con energía mientras seguía los pasos de el instructor al frente.
Luego de haber pasado parte de mi adolescencia desquitando mi estrés con la melodía de la música, hoy podía llamarme profesional en el área danzas. Poco faltaba para el gran concurso que se organizaba cada cuatro años, donde estudios de todo el mundo competían por un trofeo y un título digno. En cada concurso el estudio era representado por una pareja de bailarines.
Este año había sido elegida junto a uno de mis compañeros Sebastian, el hombre del que siempre estuve enamorada en silencio. Verán, soy bastante tímida y reservada, no soy conocida por mis habilidades de socializar, sino que todo lo contrario. En pocas palabras era lo opuesto a lo que era Sebastian, quizá por eso me atraía tanto.
Nuestra relación era...rara. Él era un bromista de primera, con aquella actitud segura que no podía molestarte ni aunque quisieras porque era tan atractivo en él. Hablábamos solo durante los ensayos, donde él intentaba cruzar palabra conmigo pero yo me enfocaba en ignorarlo por los nervios y la timidez que me ganaban.
Ahora nos hallábamos ensayando todos normalmente, aunque ya no faltaba mucho para que la clase acabara, lo que nos dejaba a Sebastian y a mi en una clase personalizada donde debíamos practicar la coreografía para el concurso.
Pero desafortunadamente, y afortunadamente también, los bailarines no tardaron en irse a su hogar cuando la clase acabó, dejándonos en un silencio absoluto. Yo estiraba un poco mientras el hablaba por teléfono con, supongo, su novia. Si, Sebastian tenia novia y quizá ese era otro de los motivos por los que no me molestaba en acercarme a él.
Al finalizar la llamada giró a verme y yo automáticamente aparté la mirada de sus orbes celestes, nerviosa al haber sido atrapada viéndolo.
-comenzamos?- preguntó sonriente, acercándose a mi. Mantuve mi semblante y asentí, acercándome al ipad y presioné reproducir. I Will survive de Gloria Gaynor resonó por el ambiente, mientras nos colocabamos en nuestras posiciones.
El baile empezó de manera suave y tranquila, hasta que el ritmo tomó velocidad y nuestros movimientos también. Muchas partes las bailábamos juntos, con nuestros cuerpos pegados y sintiendo la respiración del otro muy cerca. Algo que enloquecía mis hormonas.
Era ya una coreografía muy ensayada, por lo que nuestros movimientos eran coordinados y perfectos. Sin dudas teníamos la práctica suficiente para ganar el certamen, sin embargo no sentía aquella emoción recorrerme, todo estaba nublado por los nervios y la ansiedad de tenerlo junto a mi.
