O2O | ¡COME HERE! IV

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Sebastian Stan
Dedicado a v_zzie

Un rayo de sol golpeó mi rostro y un exquisito aroma inundo mis fosas nasales

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Un rayo de sol golpeó mi rostro y un exquisito aroma inundo mis fosas nasales. Me levanté de la cama al notar la ausencia del rumano junto a mi, tomé mi bata, me envolví en ella y emprendí camino hacia la cocina.

Sonreí enternecida observando a los dos hombres de mi vida, intentando preparar un desayuno decente, aunque se veía de lo menos decente. Me acerqué unos pasos a ellos, lo que tuvo como resultado que James girara a verme sorprendido.

-oh no, se supone que sería una sorpresa!- se quejó el pequeño, haciendo un pequeño puchero. Sonreí enternecida y me acerqué para ver que efectivamente se trataba de una pequeña mesa que llevaba un desayuno sobre ésta.

Sebastian sonrió al verme y se acercó para besar mis labios con rapidez. Le devolví la sonrisa y besé suavemente la cabeza de mi hijo.

-lo lamento, pequeño, pero debía asegurarme de que no estuviesen quemando nada- dije, acariciando su cabello con dulzura. El pequeño soltó un bufido y observó a Sebastian.

-eso jamás pasaría, mami, papá y yo somos los mejores cocineros del mundo- exclamó el niño, mirando que su padre con picardía.

Un olor a humo inundó la habitación y Sebastian corrió a apagar la hornilla para evitar que los panqueques siguieran quemándose. Los observé con una ceja levantada y no pude evitar soltar una pequeña carcajada.

-por supuesto, cariño-

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-mamá! Que no! Me duele el estómago, no quiero ir a la escuela!- se quejó, el menor. Suspiré y oí sus gruñidos desde el otro lado de la puerta, sin poder darle una mirada enfadada gracias a que James no cesaba en abrir la puerta.

-James, es apenas tu primer día! Conocerás niños, aprenderás, te enamorarás. Acaso quieres vivir tu vida echado en tu cama?- 

Él guardó silencio unos segundos, y creí haber ganado la discusión hasta que su pequeña boca se volvió a abrir. -...si- contestó, seguro. Rodé los ojos y solté una larga respiración, en busca de paciencia.

Una carcajada se oyó a mi lado y giré para encontrarme con cierto rumano que reía viendo mi rostro estresado.

-que es tan gracioso?- pregunté, colocando mis manos en mi cintura y mirándolo algo enojada. Me enfurecía verlo tan tranquilo ante la actitud burlona de James.

-verte tan estresada es bastante divertido, te ves linda asi- musitó, acercándose hasta quedar a centímetros de mi rostro -pero así no es como se hace, cariño- besó mi mejilla antes de tocar con sus nudillos la puerta de James.

-James, campeón, te doy cinco dólares si estás en la sala, listo para la escuela, en menos de cinco minutos- un fuerte estruendo se hizo presente del  otro lado de la puerta y numerosos pasos se escucharon. Dos minutos después James se hallaba frente a nosotros, con su uniforme escolar y la mochila en sus hombros, aunque algo desaliñado.

Sebastian le extendió el billete y él lo tomó emocionado. Me agaché y acomodé su uniforme y cabello, sin olvidar darle una mirada de reproche al mayor.

-quien quiere ir a la escuela?- preguntó, levantando sus brazos y sonriendo enormemente.

-yo!- exclamó el menor, imitando a su padre y corriendo hacia la sala. Sebastian soltó una risa y yo me incorporé y me crucé de brazos.

-asi es como se hace, hermosa- se acercó a besarme, con una sonrisa ganadora, y no pude evitar rodar los ojos antes de responder a su apasionado beso.

__

-Vamos, James! Tu puedes!- exclamé eufórica, observando al adolescente que se preparaba para atajar un penal. El fútbol siempre le había llamado la atención a nuestro pequeño, y es por eso que desde sus seis años lo llevamos a clases de fútbol donde, según el, pasaba los mejores minutos de su día.

-Vamos hijo, tu puedes!- Sebastian y yo estábamos muy orgullosos de lo que nuestro pequeño había logrado con solo trece años de edad. Ahora mismo, se hallaba en su partido más importante hasta el momento, ya que un importante entrenador estaba aquí, viéndolo.

Un profundo silencio inundó la cancha en el momento que el joven pateó la pelota, pero los gritos de emoción no se dejaron esperar en el momento que nuestro pequeño atajó la pelota y evitó aquel gol.

Sebastian y yo no pudimos evitarlo y corrimos a felicitar a nuestro pequeño ya no tan pequeño que, entre risas y gritos de emoción, nos abrazó fuertemente.

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Quité las lágrimas que caían como dos cascadas de los ojos de James. Había llegado a casa con el corazón en la mano, y roto, después de que una chica lo rechazara en su primera cita.

Jamás había visto a mi hijo tan triste como en aquel momento, por lo que supuse que debió haber estado muy enamorado de ella.

Al verlo llegar tan destruido, Sebastian y yo no supimos que hacer. Nunca había sido buena con las palabras, pero me felicité mentalmente por el buen consejo que le habia dado a mi hijo aquella noche. Además Sebastian lo reconfortó mucho con sus sabias palabras y nos alegró el verlo sonreír nuevamente al día siguiente.

-somos buenos en esto después de todo- dije, recostada sobre su pecho, horas más tarde.

-supongo que después de tanto tiempo ya deberia ser todo un maestro- respondió, jugando con mis manos. Besé su pecho y me dispuse a dormir, pero sus palabras me quitaron el sueño -tal vez deberíamos tener otro bebé. Ya sabes, James está muy grande, pronto irá a la universidad y siento que la casa quedará muy sola sin él-

-sigue soñando, Sebastian-

__

Y aquí nos encontrábamos, viendo con lagrimas en los ojos la graduación de James. La pequeña Lila, integrante que se había sumado a nuestra pequeña familia hace algunos años atrás. Habíamos decidido adoptar, era nuestra mejor opción después de todo, además éramos más que felices con la Morena de ojos verdes, que ahora era nuestra pequeña.

James, por otro lado, ya había acabado la preparatoria, y al terminar el verano se iría a la universidad por la que tanto había luchado llegar y que consiguió gracias a su buenos frutos como futbolista. Nos alegraba verlo tan feliz y estábamos muy orgullosos de él, además se había mostrado muy emocionado ante la llegada de Lila al hogar, incluso le había enseñado a jugar al fútbol.

Sin dudas éramos la familia que siempre había soñado con tener.

Me giré a ver a Sebastian y le sonreí mientras dejaba un suave beso en sus carnosos labios. Nuestro matrimonio nunca se debilitó, todo lo contrario, se fortaleció con el paso de los años y todos nuestros momentos eran nuestro mejor momento.

James se acercó corriendo a nosotros con una sonrisa plasmada en su rostro, y no pude evitar pensar lo mucho que se parecía a Sebastian; sus ojos, su cabello, su sonrisa, parecía como si no hubiese pasado por mi útero ya que nada sacó de mi.

Se abrazó a nosotros y los cuatro sonreímos, emocionados y contentos. Y me alegraba pensar que compartíriamos muchísimos momentos más, como la hermosa familia que éramos.

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Okay, ahora si es el fin de esta pequeña historia. Me gustaría dedicarle este capítulo v_zzie por su apoyo incondicional. Muchas gracias, hermosa! Significa mucho para ♡ espero que te haya gustado esta cuarta parte, la hice con todo mi amor y cariño.

Bye!

❝𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦❞  SEBASTIAN STANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora