Parte 30. Ahogo.

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Sentía que el frio me consumía, la piel se me había erizado y mis dientes chasqueaban mientras intentaba mantenerme en la superficie, solo sentía agua profunda, fría, aterradora. Una sensación de temor y dolor me atacó el cuerpo mientras mis brazos y piernas de a poco se cansaban de nadar, pero sabia que debía seguir. Una voz se oyó a lo lejos, muy a lo lejos, casi inaudible cuando sentí mi cuerpo enfriarse más y más.

—¿Thomas? —me desesperé al verlo flotando a lo lejos— ¡Thomas! —las lágrimas caían por mis ojos mientras intentaba nadar hasta él pero su cuerpo cada vez se alejaba más— ¡Thomas! —era imposible, mientras más nadaba más se alejaba y mi cuerpo se cansaba pero no podía dejarlo allí. Morirá, no puedo dejarlo morir.

—¿Emily? —oí una voz de lejos. 

—¿Thomas? —grité pero cuando me di cuenta su cuerpo había desaparecido ¿Dónde está?

—Em, despierta. 

Mi cerebro reaccionó y comencé a abrir los ojos de a poco cuando la imagen de Carly viéndome extraña me sorprendió ¿Estaba soñando? 

—Me despertaron tus gritos llamando a Thomas. 

Mire a nuestro alrededor y recordé que estábamos en su casa, nos habíamos quedado dormidas en su cama después de la llamada de Thomas. 

—Joder ¿Hablé dormida? —la cabeza aún me dolía y mi boca tenia un gusto asqueroso, pero la sensación del sueño aún seguía en mi, como si fuese un presentimiento. Aunque decidí ignorarlo.

—Dijiste el nombre de Beist como no lo sé, cuatro veces.

—Debo ir a trabajar. —digo levantándome para recoger mis cosas.

—Em, es domingo. —dice mi amiga volviendo a acostar con los brazos detrás de la cabeza.

—Lo sé, pero prefiero adelantar trabajo así me ahorro otro regaño de Thomas, no sé cuando volverá pero después de lo que pasó no me sorprendería que sea pronto.

Me despedí de mi amiga y besé la cabeza de Rosie que aún dormía en el sofá y cogí un Uber que me llevó a casa. Mi madre había salido al parecer porque no había nadie en casa, así que me di una ducha y me puse ropa cómoda para ir a la mansión de las tinieblas, no había falta que me ponga en modo secretaria. 

Arvid me recogió, aunque se veía muy extraño como si estuviese estresado o no lo sé.

—Arvid, siento lo de ayer. —bajo mi cabeza avergonzada— Sé que te metí en problemas con Thomas, no volverá a pasar.

—Lo sé, señorita. —su voz sonaba extraña. Decidí no hablar más quizá estaba molesto conmigo.

Al bajar del coche un escalofrío recorrió mi cuerpo erizando mi piel, todo se veía bastante silencioso y más temeroso que de costumbre. Algo no andaba bien.

Entré a la casa y la estaban alguno de los antonegra de Thomas hablando entre si, parecían algo nerviosos e inquietos, algo estaba pasando.

—¿Qué está pasando? —camino hacia ellos que bajaron la cabeza una vez que me paré frente— ¿Alguien me lo dirá?

Uno de ellos me pasó un móvil con una llamada entrante y fruncí el ceño.

¿Aló? —hablé y vi como Bera salió llorando de la cocina.

¿Ganske—reconocí la voz de Jacob.

¿Qué está pasando, Jacob? 

Bera al verme bajó su cabeza mientras limpiaba sus lágrimas con un pañuelo.

Ganske, nos han atacado. —habla Jacob, su voz sonaba ronca— Aiden tiene un brazo roto y una contusión leve, yo por suerte solamente tengo algunos cortes y quemaduras pero Thomas...

La marca de Beist.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora