Aiden me había pedido que me cambie, ya tenían un outfit para mi, cosa que me aterró porque al parecer ya estaba todo decidido. Era un vestido de lentejuelas negro bastante corto y unas botas de tacón aguja de terciopelo hasta las rodillas. Me hice una coleta alta, supuse que era un poco más seductor porque dejaba mi cuello a la vista y opté por unas sombras oscuras resaltando mis ojos azules y un labial nude. Al salir de la habitación del jet tenía la mirada de todos sobre mi hasta que Thomas se aclaró la garganta y todos bajaron la cara volviendo a lo que estaban haciendo, salvo Aiden que me guiñó un ojo.
Él había sido de gran apoyo y un gran amigo estos días, si no lo volviera a ver seguramente lo extrañaría mucho. Joder, no quería llorar.
—Bien, todos ya saben lo que deben hacer. —habla Thomas una vez que el avión aterrizó. Él también se había cambiado, ahora llevaba un traje con camisa negra y algunos botones desabrochados dejando ver la cadena de plata que llevaba en el cuelo y los tatuajes que se le notaban.— Tú vienes conmigo. —me dijo viéndome a los ojos y me colocó el tapado peludo sobre los hombros mientras me cogía de la cintura. Tuve que contener el aire al sentir su colonia, hacia días no lo tenía tan cerca y mis sentidos, aunque sabia que debían estar alerta, estaban concentrados en él.
En el coche solamente íbamos nosotros dos, lo cual me puso aún más nerviosa porque me dedicaba una que otra mirada, pero yo solamente veía por la ventana. No quería mirarlo sabiendo que en cualquier momento seria carnada para un mafioso alemán.
Berlín estaba iluminado, aunque no tuve tiempo de emocionarme por conocer la capital de Alemania, mi destino no era vacacionar, estábamos aquí para otra cosa...
El coche aparcó en un callejón de un gran edificio. Los demás coches estacionaron detrás de nosotros y de allí bajaron Aiden y Jacob con dos hombres más, uno de ellos era Aleksi. Thomas me volvió a coger de la cintura y le tuve que ordenar a mis pies a caminar y a mi corazón calmarse porque se me estaba por escapar del miedo que sentía.
Un hombre que parecía ser El Perro de Juego De Tronos pero con traje, abrió la gran puerta de metal y miró a Thomas quien le dijo algunas palabras en alemán y este asintió dejándonos pasar. Me pregunté a mí misma cuantos idiomas hablaba este hombre, aunque me distraje con el enorme pasillo al que nos atravesamos, las luces parpadeaban y a lo lejos se podía ver una puerta negra donde luces de colores se escapaban por debajo.
Al acercarnos comencé a tensarme, aunque al parecer Thomas lo notó porque antes de la puerta se abra me dio un leve apretón en la cintura. Un hombre nos recibió, era parecido al otro pero menos enorme, me cogió el tapado y casi se me cae al entregárselo cuando mi corazón se detuvo al ver todo a mi alrededor.
—Willkommen im Garten Eden. —«Bienvenidos a El Jardín del Edén» habló el alemán.
—Vielen Dank. —«muchas gracias» le respondió Thomas y me volvió a coger de la cintura pero esta vez más fuerte— Concéntrate. —me dijo al oído.
Aunque mis ojos no salían de las mujeres drogadas que bailaban en jaulas sobre nuestras cabezas. A nuestro lado había una pared cubierta de calaveras con colmillos, como si fuesen demonios, aunque las demás paredes eran de un color negro y las mujeres en tetas no dejaban de pasearse por el lugar, ninguna parecía consiente de lo que hacia, mientras que había tarimas distribuidas con tubos y strippers bailando sobre ellos, aunque ellas sí parecían saber lo que estaban haciendo. había dos ascensores enorme de los cuales entraban y salían hombres de traje con mujeres colgando de ellos, tuve que apartar mi vista porque algunas imágenes eran demasiado fuertes.
Mantente fría, Em.
Mientras caminábamos seguía observando el lugar mientras recibía la atención de algunos hombres que me seguían con la mirada. Había cuadros en las paredes de demonios follando con mujeres, que al decir verdad me perturbó bastante, y había hombres metiéndose coca por la nariz mientras mujeres reían sentadas en sus piernas y otras bailaban a sus lados. Aiden tenia razón, no es como en las películas, es peor. El aroma del lugar era una mezcla entre la nicotina, la marihuana y el perfume de las personas, era jodidamente extraño.
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La marca de Beist.
RomanceEmily siempre se mantuvo fuerte ante los obstáculos de su vida, y creyó que podía tener paz en ese nuevo pueblo, algo oscuro y extraño, donde empezaría de cero junto con su madre. Aunque no notó que de cerca la acechaba un demonio, una bestia o, así...