Parte 33. El fuego se apagó.

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Mientras me llevaba a su habitación arrancó mi vestido sin piedad arrojándolo a alguna parte y devoró uno de mis pechos con hambre. Gemí cuando tiró con los dientes uno de mis pezones y me empujó arrojando mi cuerpo sobre la suave cama para deshacerse de mis bragas.

Admiré al maravilloso hombre frente a mi que ahora estaba iluminado por la luz de la luna y me sentí más que encantada y excitada, tenia una belleza inhumana y músculos perfectos como el Dios nórdico que se cree, que todos saben que es. Aunque sabemos que de Dios no tiene nada, su belleza y su masculinidad son creadas por el mismísimo demonio. Bajé mi vista a su perfecta y durísima polla y mi boca se hizo agua al verla erecta y lista para entrar en mi, joder quería probarla otra vez. 

—Esta noche no, nena. —se acercó tocando mis labios con su dedo, había notado mis intenciones— Esta noche me encargaré de devorarte a ti primero.

Separó mis piernas y se inclinó lamiendo mi muslo de una manera tan jodidamente provocadora que sentía que iba a enloquecer, bajando con su lengua hasta mis pliegues mientras sus dedos perforaban mi piel con su agarre y mi cuerpo se encorvaba cuando su lengua tocó mi humedad. Devoraba mi coño como si fuese su plato favorito y mis gemidos se oían por toda la habitación, se sentía tan bien tenerlo entre mis piernas chupando y mordiendo sin piedad. Iba a volverme loca.

—¿Me has extrañando? —pregunté con la voz ronca entre gemidos viéndolo entre mis piernas.

—No tienes idea. —respondió metiendo dos dedos dentro de mi haciéndome gritar— Me encanta oírte gritar. —gruñe deslizando los dedos dentro de mi mientras juega con mi clítoris. Mordí mi labio sintiendo el orgasmo acercarse. 

Cuando el orgasmo me atrapó tuve que cubrir mi boca para evitar gritar con fuerza mientras mi cuerpo se sacudía y el lamia todos mis jugos. Al levantarse acercó sus dedos a mi boca obligándome a que los chupe y saboree mis propio sabor mientras ubicaba su polla en mi entrada con su otra mano, saco los dedos de mi boca para recorrer mi cuerpo pellizcando uno de mis pezones entre sus dedos y entrar en mi con fuerza, como solo él hace y como me encanta que haga.

—Mmh. —gemí al sentirlo dentro completándome. Estaba apagando la abstinencia de tantos días sin él.

—Joder. —gruñó y me cogió de las caderas hundiendo sus dedos en mi piel para penetrarme sin piedad e inclinarse a besarme los labios. Aún sabia a mi y su lengua se adentraba a mi boca haciéndome perder la cabeza. 

Levanté mi pelvis para sentirlo más mientras sus embestidas eran cada vez más potentes y duras. Mordía y chupaba mi cuello gimiendo para bajar a chupar mis pechos mientras mis manos arañaban su espalda y y mi cuerpo comenzaba a convulsionar al sentir el segundo orgasmo aproximarse. Joder, sentía que estaba a punto de tocar el cielo. 

Una de sus manos se aferró a mi pelo por detrás y me obligó a que lo vea a los ojos, los cuales estaban sombríos y me veían como si quisieran transmitirme miedo pero no era eso lo que él me hacia sentir.

—Córrete, Emily. —me ordenó besando mi boca y simplemente lo hice, me corrí sintiendo su polla entrando y saliendo sin piedad hasta darme cuenta que él también llegó. Ocultando su rostro en mi cuello se desplomó sobre mi.

Su nariz en mi cuello me olfateó mientras una de sus manos acariciaba mi cintura con delicadeza, como si intentara tranquilizarme ya que ambos estábamos muy agitados y nuestros corazones bombeaban con rapidez. Pero no era para nada incomodo estar así con él, desnudos pegados uno al otro, él sobre mi acariciando mi cuello con su nariz y mis brazos abrazando su espalda. Era lo más intimo que habíamos compartido después del sexo.

Un montón de sentimientos se apoderaron de mi cuerpo en ese mismo instante tanto que no pude evitar tensarme y él lo notó. Ahora más calmado y con el cuerpo brillando por el sudor me miró apoyando sus codos a cada lado de mi cabeza.

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